- Reportaje: Los homosexuales y las mujeres, entre el escepticismo y el voto para la izquierda
- La población marginal española acoge la celebración de las elecciones el próximo 1 de marzo con bastante escepticismo, originado en buena parte por el poco interés que los políticos han mostrado, a su juicio, hacia su situación durante los primeros dieciocho meses de actividad parlamentaria. No obstante, los grupos sociales marginados consultados para la elaboración de este reportaje han coincidido en afirmar que si votan, sus papeletas irán a parar a la izquierda. La mujer y los homosexuales son los primeros protagonistas. Minusválidos, gitanos, presos y pasotas completarán esta serie, dividida en tres capítulos y escrita por Joaquina Prades.
- El País, 1979-02-17 # Joaquina Prades
Los partidos políticos, en plena carrera por cazar el voto de los españoles, han topado con un sector al que no saben muy bien que alternativa venderle: los marginados. La población marginal española representa al menos a seis millones de personas, sin incluir a las mujeres, cuyos problemas y reivindicaciones intentan asumir a contra reloj la mayor parte de los políticos, casi odos ellos varones.Un repaso general a los programas de los partidos revela que, salvo raras excepciones, todos intentan aproximarse a los problemas de los marginados, sin saber muy bien como ni cuando captarse sus simpatías, o sea, sus votos.
La derecha tradicional, como reflejan en sus opiniones la mayoría de los grupos marginados, no hace falta que se esfuerce en prometer grandes cosas (tampoco lo hacen) porque, con los cuarenta años de poder, ha demostrado su poco interés por los problemas de los homosexuales, de los quinquis, de las madres solteras, de las mujeres separadas, de los minusválidos, los gitanos, los presos, las prostitutas... de todo ese conjunto humano al que la moral reaccionaria colocó una etiqueta muy significativa: «la escoria de la sociedad».
Pero la izquierda tampoco ha sabido aproximarse a este mundo. Por un lado los marginados reprochan a socialistas y comunistas que se hayan dedicado con tanta intensidad a la práctica del consenso, postergando para tiempos venideros sus problemas. Por otro, ponen en evidencia su falta de preparación a la hora de abordar este pequeño mundo que funciona con sus propias reglas. Todavía son recientes los casos de los homosexuales que militaban en los partidos de izquierda y tenían que mantener entre sus propios compañeros una doble personalidad, tenían que ocultar su conducta sexual porque de inmediato surgía el rechazo. Aún hoy ocurre, pero ha descendido o, al menos, se disimula mejor.
Para Roger de Gaimon, nombre de guerra del coordinador general del Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), el Gobierno de UCD es el culpable principal de su marginación, al prohibirles recientemente su legalización. «Dentro de la democracia -dice Roger de Gaimon- se observan estas contradicciones. Al mismo tiempo que se reconoce el respeto de todos los seres humanos, se condena a los seres humanos que resultan molestos a no salir de sus gettos. De ahí que nos hayan prohibido la legalización, ya que no pueden prohibir nuestra existencia.»
«La discriminación de los homosexuales comienza en la ley, pero se sigue en cualquier actividad de la vida cotidiana -afirma Roger de Gaimon, quien añade-: recientemente, la Magistratura de Trabajo falló a favor de una empresa catalana que había despedido a uno de sus empleados por su condición de homosexual. La familia, la escuela, la Iglesia, perpetúan esta marginación. Los medios informativos, especialmente la televisión, contribuyen también al rechazo. Dos veces ha sido prohibida la emisión de un programa de la serie La clave, dedicado a los homosexuales. Pero quizá, lo que refleja una mayor insensibilidad social, sean las burlas y parodias constantes cuando los humoristas se ponen a imitar a los homosexuales hasta el aburrimiento.» La psiquiatría también debería evolucionar, en opinión del coordinador del FAGC, ya que considera a los homosexuales como enfermos, y hasta la moral más comprensiva, pero no ausente de paternalismo, les califica de desviados. En este sentido son reveladoras las declaraciones del presidente de honor del PSOE, Enrique Tierno, efectuadas a un semanario de gran tirada, cuando aún era secretario del desaparecído PSP: «La homosexualidad es una desviación. No creo que se les deba castigar, pero hay que poner límites a este tipo de desviaciones.»
"Derecho a la libre sexualidad"
«Los partidos de izquierdas podrían cambiar todo esto -dice Roger de Gaimon-, ya que las leyes son susceptibles de evolución y de cambio, pero dentro del actual sistema capitalista todo se vuelve muy complicado. La única libertad que no se especifica en la Declaración Universal de los Derechos Humanos es el derecho a la libre sexualidad.» Para Roger de Galmon, cualquier partido de clase debería estar capacitado para cambiar las leyes.
«El PSC, PSUC y los extraparlamentarios son quienes mejor han asumido en Cataluña las reivindicaciones homosexuales. Por esto yo creo que nuestros votos van a ir a parar a la izquierda, aunque con cierto escepticismo. No sé cuánta abstención puede haber, pero intentaremos que haya la menor posible, porque creemos que la abstención favorece a la derecha, y lo último que nos interesaría sería que la derecha ganara posiciones», termina diciendo Roger de Gaimon, uno de los dos millones de homosexuales que existen en España.
El 51% de la población
La mujer, tal vez por representar el 51% de la población, ocupa un lugar aparte en los programas de todos los partidos, a excepción de Unión Naciona, que, preocupados por «vigorizar la familia», ni la menciona, o tan sólo lo hace para indicar que debe dedicarse a la «educación cristiana» de sus hijos.
De manera global, la solución a los problemas apremiantes que tiene planteados la mujer española debiera comenzar, a juicio de la abogada Cristina Alberdi, del Colectivo Feminista, por salir del ghetto doméstico. «La mujer tiene que superar el prototipo de esposa y madre en la vida, con lo cual es absolutamente necesaria la instalación de servicios colectivos y guarderías gratuitas para que pueda liberarse de las tareas domésticas y evitar que la mujer trabajadora esté realizando en realidad una doble jornada, la laboral y la doméstica. Habría que ir incluso más allá para que la mujer pudiera integrarse en el mundo del trabajo. En EEUU, por ejemplo, existe la obligación jurídica en las empresas estatales para que el 50% de sus plantillas estén integradas por mujeres.»
Sólo un partido de izquierdas podría -a juicio de Cristina Alberdi- reformar las leyes en este sentido y crear los servicios colectivos necesarios. «Lo triste es que hasta ahora la política del pacto y del consenso ha relegado entre pacto y pacto los problemas de la mujer. Desde luego si un partido gordo, como UCD o PSOE, presentara sus candidaturas con un 50% de mujeres en sus listas las cosas cambiarían en el Parlamento de manera muy notable.»
En España hay un millón de mujeres separadas. La reforma de las leyes significaría para ellas el poder compartir la patria potestad sobre sus hijos, el poder administrar la parte que le corresponde en los bienes gananciales y la liberación de los lentísimos (y caros) procesos de separación eclesiástica, mediante la implantación de una ley de divorcio digna y justa.
Las separadas, sin cualificación profesional
Una vez aclarada legalmente su situación, el siguiente paso conflictivo para un mujer separada sería el de encontrar trabajo. La gran mayoría de mujeres separadas son sólo amas de casa, no están cualificadas para realizar un trabajo cualificado y necesitarían que el Estado les proporcionase cursos de formación profesional acelerada. Pero, de momento, ningún partido se ha ocupado de ello. Ana María Pérez del Campo, presidenta de la Asociación de Mujeres Separadas, afirma que «los políticos han olvidado bastantes problemas de las mujeres». Pero como la separación y el divorcio también les atañe a ellos, por la cuenta que les trae reformarán las leyes. ¿Que quién prodría hacerlo mejor? Evidentemente, la izquierda. El tipo de mujer que propugna la derecha no precisa demasiadas reformas legales.
Para Goyi, secretaria de la Asociación de Madres Solteras, sus principales problemas siguen siendo el empleo y la vivienda. Todavía continúan los despidos de mujeres que han tenido un hijo sin casarse y sobre todo se les rechaza a la hora de pedir trabajo. Precisamente por esta falta de medios económicos, el problema de la vivienda hay que resolverlo compartiendo el domicilio familiar.
A veces se producen situaciones penosas. «Mis padres interfieren demasiado en la educación de mi hijo, me siguen tratando como a una niña y en el fondo aún no me han perdonado el haber tenido un hijo. Esto es lo más cruel.» Goyi piensa que si el Estado les concediese algún tipo de prioridad para adquirir viviendas sociales este problema disminuiría. «Los partidos podrían ayudarnos porque podrían cambiar las leyes, pero deben ser de izquierda. La derecha ha demostrado un paternalismo nada eficaz. De todas formas yo desconfío bastante de todos porque no he visto resultados palpables.»
Las estadísticas hablan de la existencia de 500.000 madres solteras y ofrecen además un dato a tener en cuenta: En una encuesta realizada entre las prostitutas de Barcelona, el 73% eran madres solteras, mujeres que tuvieron un hijo al que no veían como alimentarle y proporcionarle estudios.
Las prostitutas, marginación total
Las prostitutas, ese sublumpen de proletariado, no están consideradas por ningún partido político. Ni siquiera las feministas, que en un principio se ocuparon de ellas. Cuando levantaron la voz en demanda de un sindicato y de regular la competencia extranjera nadie les hizo caso, ni partidos ni sindicatos.
En realidad, el problema de la prostitución no se ha abordado seriamente. Sus reivindicaciones dan pie al chiste fácil y en general son tratadas como algo pintoresco, como una broma. Y las prostitutas españolas sobrepasan el medio millón y están ahí, marginadas entre los marginados, como lo están también las lesbianas. «Lo que ocurre con nosotras es que hay un sentimiento paternalista que no se da cuando se trata de juzgar a los homosexuales varones. Nos miran así y piensan "pobrecilla, es tan joven y tan débil que seguro que es así porque ha tenido la mala suerte de no encontrar un buen varón que la espabile". Esto en la casi totalidad de los casos es falso, porque las lesbianas han sido o son heterosexuales.» Quien dice esto es Carmen, una integrante del desaparecído Colectivo de Lesbianas. Carmen se muestra bastante escéptica ante las elecciones: «El rollo político nos tiene muy desmoralizadas. De la derecha, ni mención, y la izquierda, bueno, el PSOE y el PCE van a las masas y nosotras ni somos masas ni vamos a contribuir a que las haya, ya que en sí nuestra sexualidad significa la anti procreación, así es que como no saben qué hacer con nosotras nos olvidan y ya está. Nadie admite a una mujer cuyo sexo no va dirigido al macho.»
Ante la problemática general de la mujer, los partidos de derecha y centro rechazan el aborto y el divorcio por mero consentimiento de los cónyuges, y se proponen valorar el trabajo del ama de casa. El PSOE, olvida mencionar el tema del aborto en su programa político y el resto de la izquierda lo apoyan de manera clara y explícita. Casi todos están de acuerdo en reformar la patria potestad, la administración de los bienes gananciales, la creación de guarderías y servicios colectivos, la protección a las madres solteras, y la reforma del contenido sexista de la enseñanza. En este panorama destaca el proyecto de creación de una ley que prohiba y penalice el comportamiento machista, idea de MC-OIC, y la propuesta del PCE para eliminar de la televisión y la radio todos los aspectos que resulten degradantes para la mujer.