- Tribuna: 28 de junio
- El País, 1994-06-25, azkena # Vicente Molina Foix
Un caso grave de ese síndrome es el de Pilar Urbano, cuyo gusto sexual no conozco (¡ni ganas!). En un debate de Elle sobre la adopción por homosexuales, Urbano Sexto (que así la llamaré, por papista y por el mandamiento que más le turba) escribe: "Dos homosexuales podrán ser un par, por aquello de ser dos, como las alpargatas. Pero nunca serán una pareja ", advirtiéndonos contra "el ambiente enrarecido, enfermizo, deformante, vicioso y tarado de un par de maricones o de lesbianas, que fingen ser lo que no son, hacer lo que no hacen y dar lo que no tienen" (qué mal informada Urbano Sexto, ¿verdad?, que ignora lo mucho que dos lesbianas pueden hacer en la cama, lo mucho que los gays tienen -de lo que hay que tener- y lo muchísimo que dan). Esta delincuencia verbal queda impune en nuestro país, bendecida por los obispos, que mañana dirán en las iglesias que un instinto básico como el de los homosexuales es atracción fatal, que debería llevarles a todos a la cárcel como picapiedras.