- Homofobia pop
- Nación Gay, 2001-03-06 # Arturo Morales
Una estética de “basura blanca” (el término por el que definen los norteamericanos a los blancos de origen humilde), un puñado de canciones cargadas de odio, homofobia y misoginia (que ahora pretende disfrazar como irónicas, sólo tras la reacción de los colectivos afectados) y la necesaria parafernalia mediática para auparle a los primeros puestos de las listas de ventas. Sólo estos ingredientes bastarían para desacreditar a Eminem, la última estrella mediática del rap. Desgraciadamente, hay muchas más evidencias contra este retorcido producto del marketing.
En la revista Time, Eminem defendía su música en una larga entrevista. "No creo que la música te pueda hacer matar o violar a alguien más que una película violenta. Por el contrario, estoy seguro de que la música da fuerzas. Puede hacer que un chico de 15 años a quien hacen sentir miserable pueda hacer valer su individualidad".
Falso. Ese cinismo propio de producto de marketing ha causado daños no sólo morales, sino también vidas humanas. El 25 de enero pasado, Advocate publicaba la trágica noticia del suicidio de un adolescente inglés de diecisiete años, David Hurcombe. David se lanzó al paso de un tren. En su nota de suicidio reproducía párrafos de la canción “Rock Bottom”, de Eminem. Durante una fiesta, un invitado gay le hizo proposiciones, y sus amigos se burlaron de él. David sufrió una depresión al plantearse la posibilidad de ser gay, que acabó en suicidio. En su nota de despedida, tras el párrafo de la canción, David escribió “¿no sería horrible caer en lo más bajo de un pozo sin fondo?” La música de Eminem, unida a la presión social de su entorno, precipitó el fatal desenlace.
El colectivo gay tiene buenas razones para estar furioso con este rapero oportunista e imitador de la estética “gangsta” de ghetto negro americano, sin asumir que la furia del afroamericano oprimido no tiene nada que ver con su falsa imitación, sino con una situación social de opresión y racismo. El grupo Outrage!, de defensa de los derechos civiles, puso el grito en el cielo al conocer la nominación de Eminem a los Grammy. En palabras de Peter Tatchell: “Es el equivalente moral a homenajear a un cantante del Ku Klux Klan. Es hora de decirle a Eminem que los prejuicios no tienen cabida en el mundo del pop”.
En el tema "Marshall Mathers", por ejemplo, evoca una fantasía que recuerda demasiado al crimen de Matthew Sheppard, un chico gay que fue asesinado a golpes en la América profunda. "Me pusieron en este mundo para meterle miedo a los maricones... Y yo no boxeo/ pero les voy hacer mierda, maricas./ Pregúntenles sobre esa noche en un bar cuando se tuvieron que ir/ porque les dimos miedo.../ No necesito ayuda para hacer reventar a dos mujercitas maquilladas que lo único que pueden hacerme es arañarme/ y que me dicen Culo Apretado./ Por lo menos no lo tengo roto como ustedes, maricas”. Cualquier gay que tolere sus letras después de esto ha debido perder su autoestima.
La revista argentina Página 12 daba algunas pistas sobre el éxito de Eminem en un artículo titulado “Ahora son todos hombrecitos”, publicado hace unos meses. En él, Cristian Vitale hacía un interesante análisis del éxito de este rapero conservador: “La respuesta rocker al fenómeno teenager viene envuelta en canciones que insultan a mujeres y a gays, describen agresiones, violaciones y asesinatos, y exaltan una vida de ‘hombres’. El rock and roll opuesto al aluvión de estrellas adolescentes y para adolescentes está representado por tipos profundamente reaccionarios”
También recuerda un tema que parece pasar desapercibido para los oyentes: Eminem predica con el ejemplo. Su violencia y misoginia han afectado hasta a su mujer. La canción “Bonnie & Clyde 97” es un tema amoroso del rapper hacia su hija, a quien su esposa Kim no le dejaba ver hasta hace poco, cuando estuvieron separados. Eminem nunca ocultó lo mucho que odia a su esposa. Hace menos de un año, la verdadera personalidad de Eminem salió al descubierto. En junio, el rapper persiguió a su ex y la vió en el estacionamiento de un bar besando (en la mejilla) a su amigo John Guerra, hombre casado que sólo se estaba despidiendo de Kim. Eminem apareció de atrás de una camioneta y le puso un arma en la cabeza, con amenaza de matarlo. Pelearon durante unos minutos, y finalmente el arma cayó al suelo. Una semana después, cuando volvía de un concierto de su marido, Kim intentó suicidarse en su casa, cortándose las venas. Es un secreto a voces que Eminem golpea sistemáticamente a su mujer. En el tema "Kim", él rapea: "Entendelo de una vez, puta./ Nadie puede escuchar tus gritos./ Cállate de una puta vez./ Y aguántate la que te voy a dar./ Se supone que estabas enamorada de mí./ Ahora sangra, puta, sangra". Un crítico describió esta canción diciendo que "en manos de un artista más capaz, digamos, Frank Zappa, esta brutalidad podría haber sido llevada al extremo de modo que no quedaran dudas de que es una farsa, una sátira. Pero cuando lo hace Eminem, es enfermo y ofensivo. Por supuesto no se supone que debamos tomarlo en serio, pero si estas canciones son un chiste... Bueno, tienen tanta gracia como la pornografía infantil".
No nos dejemos engañar por ese juego nefasto llevado a cabo entre Eminem, Elton John y sus respectivos representantes artísticos y promotores discográficos. Eminem está haciendo mucho daño al colectivo gay al lanzar mensajes claramente homófobos que son escuchados por seguidores adolescentes, para quienes es una figura admirada por su representación de la angustia adolescente y su respuesta violenta. Sus letras podrán jugar al equívoco entre oyentes maduros, que entenderán que no es más que una manipulada puesta en escena y simplemente lo despreciarán por ello, pero sus oyentes más jóvenes están siendo víctimas, de nuevo, de la triste conspiración entre las estrategias de mercado y un presuntuoso rapero que representa el lado más oscuro de la homofobia pop.