- El "HOMBRE" detrás del BALÓN
- Carlos Sandoval
- En tiempos mundialistas, un fragmento de su libro FUERA DE JUEGO, p. 202-205
- Nación [Costa Rica], Ancora gehigarria, 2006-05-27
Mientras tanto, las identidades nacionales experimentan debilitamientos, tanto por factores internos, como el deterioro de las instituciones públicas y los imaginarios colectivos, como externos, sobre todo asociados a los cambios generados por dinámicas globalizadoras, tanto a nivel económico como cultural. El ascenso de la selección de futbol como ícono de la nación coincide con el deterioro de las formas tradicionales de representación de la nacionalidad, sobre todo asociadas con un imaginario colectivo costarricense anclado al pasado rural, codificado en el folclor, o bien asociado a imágenes de una nación de clases medias prósperas, las cuales se han visto disminuidas, sobre todo por el crecimiento de la disparidad en la distribución del ingreso y la crisis del sistema educativo público, el principal mecanismo de movilidad social. De ahí que, un poco en broma un poco en serio, se diga que las fortunas de las nuevas generaciones no dependen tanto de su éxito educativo, como de ser un buen prospecto como jugador de futbol.
En este contexto, el futbol pareciera contener, en el doble sentido de representar, pero también de dar contención y de volver manejables estas crisis de las masculinidades e identidades nacionales. En el futbol es lícito manifestar formas de masculinidad consideradas fuera de juego asimismo, parece ser una de las pocas ocasiones en que se representa la nación a través de imágenes hostiles hacia otras naciones. No es solo que la selección masculina de futbol ha alcanzado éxitos, como por ejemplo la clasificación a dos campeonatos mundiales, es que simultáneamente se han debilitado otras formas de representar la nación. Basta recordar el descrédito que experimentan la iglesia católica y la clase política. La clase política en Costa Rica no desaprovecha que las elecciones nacionales coincidan con la celebración de mundiales de futbol masculino e intenta adquirir notoriedad. Las figuras políticas aparecen como si fueran uno más, sin ser uno más.
En síntesis, las masculinidades y las identidades nacionales no solo compartirían ciertas formas de representación, asociadas a la honorabilidad, sino también una crisis de sus imaginarios. En una época en que las lealtades políticas se han debilitado, el futbol surge como una de las pocas instancias de representación nacionales, pero al mismo tiempo es una instancia que excluye, entre otros factores por su marcado acento homosocial.
¿Habría alternativas a las crisis de los imaginarios de las masculinidades y las identidades nacionales? En el caso de las masculinidades, estas crisis parecen tener en el futbol, y en general en la cultura mediática en general, una posibilidad de superación a través de la conversión de los jugadores en celebridades, cambio que los suele convertir en objetos del deseo. Las celebridades del futbol ahora no solo despiertan la atención por su éxito futbolístico, sino también por los avatares de su vida privada, y factores asociados al cuerpo, como el corte del cabello o la vestimenta, para mencionar solo algunos. El jugador "rudo" ha dado paso a la figura estilizada. Es decir, en el futbol conviven formas de masculinidad diversas, unas más ancladas a la tradición de hipermasculinidad, con frecuencia asociadas a referencias genitales y a la feminización de oponentes, y otras más estetizadas, por lo común vinculadas con la televisión y la publicidad.
Hasta qué punto la estetización y erotización del cuerpo masculino, desafían la representación hegemónica de la masculinidad es una pregunta que demanda mayor reflexión. ¿Conducirá esto a un cambio en las formas de presentar y vivir las masculinidades? No habría una sola respuesta a estas interrogantes. Entre hombres más tradicionales, la erotización del cuerpo masculino despierta hostilidad. Se dice que el futbol actual ya no es el mismo, pues los jugadores se cuidan demasiado. El erotizar el cuerpo masculino acercaría a los hombres al lugar que históricamente han sido ocupado las mujeres. Se echa mano a una estética femenina que emplea, por ejemplo, el sacarse las cejas y teñirse el cabello, como recursos de belleza y cuido del cuerpo. Ciertos jugadores atraen la atención de las mujeres y ello también genera inseguridades, como en el caso de David Beckham, quien moviliza significados ambiguos, pues su homoeroticismo en ocasiones es asociado a una nueva forma de atractivo heterosexual, pero en otras se vincula con homosexualidad. Esta ambigüedad estaría acercando tanto la mirada homosexual interesada en el cuerpo masculino y tradicionalmente alejada del futbol, como el interés de mujeres jóvenes heterosexuales, quienes se sienten atraídas por jugadores. En cualquier caso, la pregunta de fondo es si la erotización del cuerpo masculino resta poder a los hombres o es más bien una forma más de preservarlo. Una respuesta tentativa diría que estas formas no necesariamente contradicen las masculinidades hegemónicas, aunque sí confirman su pluralidad. Habría entonces continuidades y rupturas; sin embargo, el mayor desafío es cómo reconocer la presencia de ambas.
(...) ¿Habría margen para imágenes de identidad nacional que incorporen nociones de diferencia y desigualdad? En general, la representación de la nación pretende aglutinar un "nosotros inclusivo" al tiempo que es profundamente selectiva. A lo mejor, en términos conceptuales, convenga interrogarse si este reto no debería plantearse en términos de sociedad y no de nación, pues nación acuña un sentido de exclusividad y homogeneidad, que pocas veces deja lugar para el reconocimiento de lo diverso al interior de cualquier comunidad.
En este contexto, el futbol ofrecería el potencial de evidenciar en la vida cotidiana la diversidad étnica y social presente en la sociedad costarricense. Pero [...] el futbol contiene, pero no expresa dicha diversidad, es decir, la diversidad no es tema, no es explícita. Da la impresión de que, por ejemplo, jugadores negros que destacan en la selección se asimilan a un "centro cultural" de la nación costarricense, que se presume blanco.
Esta ausencia de debate de la diversidad étnica y de clase presente en futbol es consecuencia del poco interés que despierta este deporte entre la crítica cultural y la investigación académica. Por ejemplo, en marzo del 2005, Paulo Wanchope tuvo un incidente con aficionados del equipo del Málaga de España por presuntas ofensas racistas. Un grupo de aficionados, manifestó Wanchope: "comenzaron a hacer sonidos de monos y a gritarme negro de m..., insultos que me dolieron porque son insultos racistas ... Estoy cansado de ofensas racistas" (LN, 14.3.5). Si bien el estudio del racismo en Europa y Estados Unidos ha advertido que los deportes son una arena en donde se expresa la discriminación étnica y se llevan a cabo campañas antiracistas (Garland y Rowe, 2001; Back, Crabbe y Solomos, 2001), el debate sobre discriminación y diversidad en Costa Rica y en general en América Latina no ha prestado mayor atención a los deportes y en particular al futbol, pese a ser una instancia idónea para conectar debates sobre diferencia y vida cotidiana.
- LIBURUA:
- Fuera de Juego : fútbol, identidades nacionales y masculinidades en Costa Rica / Carlos Sanvodal. -- San José : Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2006