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- Colectivos 'gays' juzgan homófoba la obra en escena en el Español
- El País, Madrid arg., 1995-04-30 # Rosana Torres, Madrid
Diversos colectivos, entre los que se encuentran La Radical Gay y Lesbianas Sin Duda, califican de ejemplo de homofobia la obra Picospardo's, de Javier García Mauriño. El montaje está dirigido por Mara Recatero, esposa del director del Teatro Español de Madrid, escenario donde fue estrenada el jueves.Esta obra podría ser considerada un símbolo de la política cultural del PP en lo que se refiere a la defensa de unos valores tradicionales hostiles a lesbianas y homosexuales", dicen varios representantes de estos colectivos, en referencia al hecho de que este teatro depende de un gobierno municipal del PP.La obra narra el encuentro de un grupo de mujeres en la sala de espera de un hospital, al que ha acudido alarmadas ante el ingreso en urgencias de sus seres queridos. Han resultado heridos por la caída del techo de una discoteca "rarita" a la que acudían homosexuales, calificados siempre en el texto como "maricones".Ricardo Llamas, miembro de La Radical Gay, dice indignado "Esta obra muestra el miedo a lo explícito, a que salgamos a la luz y promueve el secretismo y la ocultación". Y juzga que enfatiza la ideología de quienes dirige el Ayuntamiento.
- Crítica: Teatro Picospardo's
- Los maricas
- El País, 1995-04-29 # Eduardo Haro Tecglen
Madrugada de hospital: van llegando mujeres y mujeres, avisadas porque sus hombres están heridos. Misteriosamente. Se desvela luego que es en el accidente de "un local": se ha desplomado el techo, y ellos estaban allí. Nadie les informa más que de los nombres: no del estado. No hay policías, la enfermera es tonta, otras no hablan, para nada, no hay médicos; no hay periodistas, y más vale, porque, cuando al fin llegan, son idiotas y analfabetos: creencia muy extendida y que alguna, pero muy rara vez, concuerda con la realidad (tal vez yo mismo). Por fin se sabe algo por una periodista idiota y mala: el local explosionado y desplomado es sólo de homosexuales. Inmediatamente, esposas, madres y allegadas por cualquier otra relación se preocupan sólo de una cosa: del escándalo, de la vergüenza, de tapar el caso. Incluso hay alguna que le prefiere muerto a maricón, palabra en la que se insiste. Tengo poca fe en la generosidad y en la bondad de la mujer (un poquito más que en la del hombre), pero esta falsedad es una de las muchas que se van planteando en la comedia.De costumbres: procedentes de distintas clases sociales, representan un repudio al homosexual, una mezcla del sida con esa preferencia sexual. No sólo amantes, madres y esposas, sino ayudantes de clínica, enfermeras, periodistas, comparten el desprecio y el odio. Excepto un personaje: la asistente social, que marca la tesis de la comedia al final, rechazando que toda la tragedia quede en una noticia sobre "maricones". Para llegar a eso, antes la hemos visto en una escena equívoca donde podría aparecer con tendencias lesbianas: podría ser sólo una broma, pero conjuntada con su traje sastre deja pensar que puede haber algo más.Aunque casi todo "deja pensar qué", a mí no me cabe duda de cuál es la intención del autor: la de la crítica a ese grupo de sociedad, que parece que es mayoritario, sobre todo en la buena -la misma que llena el Español las noches de estreno, alcalde a la cabeza, y que se reía mucho-, pero sí me cabe de que teatralmente haya logrado el resultado propuesto. Es decir, queda demasiado cobarde. Y hurta o reduce la teatralidad de lo trágico: el ambiente de la madrugada de gran suceso en una clínica, la falta de dolor en los personajes, su caricaturización: es más cínica que cómica. Son defectos teatrales más que sociales. Como lo es la situación única: del principio al final, con una separación o descanso artificial, porque la acción continúa en el mismo punto en que quedó, no es más que la fuerza del diálogo, y no tiene demasiada. Para chiste, es demasiado cruel y duro, y mal llevado; para teatro, es poco; para tesis, queda ambigua. Por el autor y por la dirección. Que, en cambio, deja irregular la representación. Es un reparto, sólo de mujeres, grande: con nombres de primer orden. Y unas están bien, otras decididamente mal.No es frecuente que se estrenen las obras del Premio Lope de, Vega en el Español. Antes fue obligatorio, y los directores se desesperaban porque creían que el jurado los daba por compromiso y no por calidad. O porque tienen su propio repertorio, sus preferencias, y no entra en ellos el estilo de los premiados. Por fin lograron que se suprimiera la cláusula del estreno obligatorio, con lo cual ese premio se quedó en poco, o nada.Un silencio repetido
He sido jurado alguna vez, y no he tenido la suerte de que la obra votada fuese estrenada. Creo que alguien objetó que, siendo el personaje el cura Merino, magnicida fallido, podría molestar a la Casa de Borbón (estoy seguro de que no: pero ¡aunque fuese así!). El silencio se ha repetido muchas veces. Me alegra que se rompa, aunque sea esta vez, y desearía ver de nuevo inscrita la cláusula de estreno que valoraría al premio y ayudaría a los nuevos autores españoles. Piensa mal y acertarás: pero yo no creo acertar si lo atribuyo a la ambigüedad de la obra, a las risas que provocan los maricas y sus familias; a que quienes la han llevado al escenario política y técnicamente han caído en esa ambigüedad. Estoy seguro de que me equivoco, aunque los puntos en que reía y aplaudía la buena sociedad me hacen pensar en que el equívoco permanece.
Los aplausos y bravos fueron más especialmente a las actrices: y más, creo yo, por sus legendarias capacidades bien demostradas, hasta en las jóvenes, que por su trabajo aquí. No creo que la mayor y menor abundancia de este premio de la platea a unas y a otras esté en consonancia con sus méritos en esta comedia