- 25 AÑOS DEL SIDA
- En Gipuzkoa, 4.000 personas se han infectado, 1.532 han desarrollado la enfermedad y 956 han fallecido
- Mañana se cumple un cuarto de siglo del comienzo de una enfermedad que ha causado estragos en todo el mundo y que la investigación médica ha conseguido convertir en crónica. En Gipuzkoa, un millar de pacientes están actualmente en tratamiento con antirretrovirales, pero se calcula que una cuarta parte de los seropositivos desconoce que tiene la infección
- El Diario Vasco, 2006-06-04 # Mario García, DV, San Sebastián
Han pasado 25 años desde que se dio a conocer al mundo el inicio de una nueva enfermedad que en poco tiempo alcanzaría la dimensión de pandemia y que iba a causar estragos en todo el planeta. La noticia se difundió el 5 de junio de 1981 en Estados Unidos y muy probablemente ya por esa fecha el virus del sida, el VIH, se extendía inexorablemente entre los consumidores de heroína de Gipuzkoa. Habían compartido jeringuillas con heroinómanos de otros países donde la infección se extendía rápidamente.
A lo largo de este cuarto de siglo de lucha científica sin cuartel contra el sida se ha conseguido reducir drásticamente la mortalidad y se ha convertido la enfermedad prácticamente en crónica -por lo menos en Occidente-, pero aún no se ha ganado la batalla de la prevención (la vacuna) ni mucho menos la guerra (su erradicación). En Gipuzkoa, a lo largo de este periodo se han infectado por el VIH cerca de 4.000 personas, de las que 1.532 han desarrollado la enfermedad y 956 han fallecido, según los datos de que dispone el Plan del Sida de Euskadi.
Actualmente hay un millar de pacientes seropositivos en este territorio que se encuentran en tratamiento con antirretrovirales. Pero no son todos. Se calcula que una cuarta parte de las personas infectadas por el VIH desconoce que sean portadores, una circunstancia «inexplicable» para Daniel Zulaika, coordinador del Plan del Sida de Euskadi y presidente de la asociación Seisida. «No podemos entenderlo en las circunstancias actuales», explica. «Se podía aceptar hace diez años, que no había mucho que ofrecer, pero no ahora, cuando las cifras de mortalidad se han reducido enormemente. Sí es una situación llamativa por cuanto, además, estimamos que el 30% de los nuevos diagnósticos de sida del año pasado fueron a personas que descubrieron con la enfermedad que estaban infectadas, y algunas de ellas se encontraban en situación irreversible».
Y todo esto sucede mientras las campañas no cesan de advertir de la conveniencia de hacerse la prueba del sida cuando se hayan mantenido prácticas de riesgo. El análisis es sencillo y confidencial. Hay dos caminos: o bien mediante el médico de cabecera (que debería ser el canal más habitual) o en la consulta de la Dirección de Sanidad (Avda. de Navarra, en Donostia), a donde puede acudir cualquiera y ni tan siquiera se le toma el nombre.
El año pasado se diagnosticaron en Gipuzkoa 47 nuevas infecciones por VIH, cinco más que el año anterior, un repunte que se observa por segundo año consecutivo. Entre estos casos, 30 habían desarrollado ya la enfermedad. Pero lo más importante es que durante 2005 sólo fallecieron por sida ocho personas, la cifra más baja de las registradas hasta ahora. Teniendo en cuenta que en su mayoría son pacientes por encima de los 40 años, tanto en hombres como en mujeres, cabe deducirse que, en la medida en que la enfermedad ha perdido su carácter de mortal de necesidad, se están abandonando las prácticas de riesgo. Esto supone una nueva amenaza, que atañe muy especialmente al colectivo homosexual. No obstante, este repunte no se valora entre los especialistas como una evolución alarmante, sino más bien, dentro de una visión más global, como un signo de estabilización de la enfermedad. Lo que está claro es que actualmente uno de cada dos nuevos casos han adquirido la infección por relaciones heterosexuales; el 25%, por prácticas homosexuales y el 19%, por compartir jeringuillas en el consumo de drogas por vía intravenosa. Estos datos, según Zulaika, «suponen un giro de 180 grados respecto a la situación de hace quince años, cuando el 75% de los infectados eran consumidores de drogas».
Otra característica de la situación actual es la creciente feminización de la enfermedad. El año pasado, el 36% de los nuevos casos de infección eran mujeres, lo que suponía un notable incremento respecto a 2004, cuyo porcentaje era del 19%. Se piensa que este incremento obedece a que la mujer tiene una mayor vulnerabilidad social, un mayor riesgo biológico de infección y además está dejando de mantener relaciones sexuales con preservativo.
Desde esta vertiente de la feminización de la enfermedad, un dato positivo es que desde hace dos años y medio no ha nacido en Gipuzkoa ningún niño seropositivo. El último fue en junio del 2003. Es un logro que ha sido posible mediante la oferta de la prueba del sida a todas las embarazadas y al tratamiento que se les indica durante la gestación y el alumbramiento a las mujeres seropositivas. Generalmente, el contagio se produce durante el parto por el contacto con la sangre de la madre.
Hoy por hoy es prácticamente impensable que se pueda frenar la transmisión del VIH porque, según Zulaika, confluyen diversos factores que lo impiden: «En realidad, la muerte próxima y cercana es el gran motor del cambio en los hábitos en el campo de la salud, y esto es lo que ha ocurrido también con el sida: por ejemplo, los homosexuales en su momento adoptaron el sexo seguro, pero cuando desapareció la amenaza de muerte se volvió a las prácticas de riesgo».
Si no se puede frenar de momento la diseminación del VIH, sí que se ha logrado mantenerlo a raya mediante los nuevos tratamientos. La clave, según los especialistas, es que vayan surgiendo fármacos de familias diferentes que eviten la aparición de resistencias. Hasta ahora se funciona con tres familias diferentes de medicamentos, pero está a punto de salir al mercado una nueva generación que intentará evitar la entrada del virus en la célula. «Es un nuevo enfoque, que supondrá un arma realmente eficaz», según Zulaika.
Esperanza en la farmacopea, pero decepción aún con la vacuna, como se puso de manifiesto en congreso internacional recientemente celebrado en Barcelona. Pero en ello están los investigadores. Lo que está claro es el cada vez más favorable pronóstico de los enfermos, muchos de los cuales, infectados en su juventud, son ya cuarentones y están desarrollando los mismos problemas clínicos que las personas no infectadas. «Nadie hubiera podido imaginar hace unos años que el principal problema de un seropositivo fuera una diabetes», señala Zulaika, para quien los médicos de su generación están siendo espectadores privilegiados en la historia de la medicina, porque han visto el surgimiento de una enfermedad, su brutal expansión por todo el mundo y su prodigioso control en poco tiempo mediante tratamientos eficaces. Y considera, además, que el sida ha sido «un motor de investigación científica» en el terreno de la virología, «ya que todo lo que se ha descubierto con el VIH se está aplicando en otras infecciones».
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