2006/05/13

> Berria: Homofobia > LA IGLESIA CRITICA LA RESOLUCION DE LA UE CONTRA LA HOMOFOBIA

  • La iglesia critica la resolución de la UE contra la homofobia
  • La Conferencia Episcopal cree que representa un peligro para el matrimonio
  • Diario de Noticias, 2006-05-13 # EFE · Madrid

La Conferencia Episcopal Española ha publicado una carta en la que se opone a la resolución del Parlamento Europeo que condena la homofobia, aprobada el pasado 18 de enero. Los obispos consideran que "indirectamente, hace una llamada a los gobiernos de los países miembros para que revisen su legislación sobre las parejas del mismo sexo".


El Comité Ejecutivo de la CEE hizo pública ayer esta nota en la que afirma que "esta resolución, con el pretexto de evitar la discriminación de las personas homosexuales, lanza indirectamente la idea de que han de tratarse de la misma manera las uniones entre hombre y mujer que las uniones de personas homosexuales".


El Parlamento Europeo aprobó el pasado 18 de enero la resolución P6-TA, que condena la homofobia, rechazando "las actitudes de discriminación, desprecio y violencia hacia las personas de tendencias homosexuales". Los obispos apelan al Parlamento Europeo para que en el futuro "evite acciones que ponen en peligro la libertad de conciencia en la UE".

> Iritzia: Anton M. Espadaler > EL NUEVO GAY SABER

  • El nuevo gay saber
  • La palabra "gai", culta, procede del universo literario forjado por los trovadores
  • La Vanguardia, 2006-05-13 # Anton M. Espadaler
El pasado domingo Maricel Chavarría informaba de que "gays y lesbianas reivindican un lenguaje que trate con respeto y dignidad a su colectivo", y a tal fin anunciaba la creación de un decálogo que proponía la eliminación de algunos usos lingüísticos de signo homófobo, y la normalización de otros, entre los cuales la palabra gay. Ésta es una voz que hoy es mayoritariamente sentida como inglesa, pero de la que se recordaba que tenía su origen en la lengua occitana, de donde, por cierto, había pasado al francés, y de ahí a Gran Bretaña, pues no debe olvidarse que en la corte de los Plantagenet la lengua de cultura había sido traída del continente. El gai occitano y catalán significaba alegre, y con el mismo sentido realiza su viaje. Ahora bien, con independencia de la ruta que siguen las palabras, lo que me llama la atención es que los homosexuales de lengua inglesa hayan escogido este vocablo para autodesignarse, porque no debe escapar a nadie que se trata de una palabra más bien infrecuente y culta, pues no en vano procede del universo literario forjado por los trovadores.

Alcanzar la condición de gai constituye una aspiración propia de la cultura trovadoresca, ya que representa la posesión de una especie de felicidad terrenal, que se traduce en un bienestar profundo, adquirido a través de la práctica de los principios educativos de la cortesía. Una utopía sólo viva, como el paraíso, en algún tiempo remoto. Lo expresa con claridad meridiana el primer verso de un conocido poema de Ramon Vidal de Besalú: "So fo el temps c´om era gais" (Eso ocurrió en el tiempo en que la gente era feliz). Esta evidencia me hace sospechar que quien introdujo la palabra en el habla críptica de sus usuarios tenía algo más que simples nociones de historia de la literatura.

Como también las tenía, sin duda, quien introdujo en las lenguas peninsulares (ignoro si igualmente funciona en inglés y en otros idiomas) un uso muy particular del verbo entender,con el significado preciso de pertenecer al colectivo gay. Este verbo nos traslada de nuevo a la edad media occitana, al lenguaje de su retórica, y tal vez a una de sus creaciones más características: el consistorio de la gaya ciencia, bajo cuya inspiración se compiló un tratado que contenía los fundamentos retóricos e ideológicos de este peculiar conocimiento, una de cuyas versiones recibió el título de Flors del gai saber:un texto divulgativo pensado para todos aquellos que quisieran entender - vale decir, conocer y dominar - el arte lírico de los trovadores. Eso sin olvidar que en la sofisticada ética cortés la condición de entendedor era indispensable para ser admitido en los círculos cultos. Y como no estaba al alcance de cualquiera, proclamarse entendedor representaba estar en disposición de hacer dignamente la corte, y designaba también a quien se hallaba en un grado ya avanzado de una ascendente y rígida escala amatoria. Una competencia, pues, reservada a unos pocos, los mismos que tenían acceso a la alegría que caracterizaba la esencia del aristocrático mundo cantado por los poetas occitanos.

Me da la impresión de que éste es un lenguaje relativamente reciente, por lo que no debería ser muy dificultoso seguirle la pista. Y si lo que llevo apuntado ofrece alguna verosimilitud, cabría deducir que todo ese tinglado fue obra de alguien que tuvo una cierta afición por la filología románica.