- Se zanjan así tres recursos ante el supremo
- Los ultraortodoxos israelíes aceptan la manifestación gay pero en un circuito cerrado
- El Vaticano había presionado a Israel para que impidiera el desfile
- El Mundo, 2006-11-09 # EFE, Jerusalén
El compromiso lo ha anunciado la Oficina de Prensa del Gobierno, horas antes de la hora prevista para el acto que finalmente se celebrará hoy en el estadio del Campus de Guivat Ram, de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Con ello quedan zanjados tres recursos presentados por grupos ortodoxos ante el Tribunal Supremo, sin que haya sido necesario un fallo judicial.
Poco después del anuncio, rabinos ultra-ortodoxos empezaron a distribuir octavillas por los barrios jerosolimitanos habitados por su comunidad apelando a sus seguidores a volver a la calma.
En la última semana, jóvenes de la comunidad quemaron unos 700 contenedores de basuras en una ola de violencia callejera sin precedentes en la ciudad desde mediados de la década de los noventa, cuando las autoridades decidieron abrir una céntrica carretera al tráfico de vehículos durante la jornada sabática del "shabat".
Además, destrozaron decenas de farolas y letreros, causando daños por valor de más de un millón de shékels (unos 180.000 euros). Los disturbios se produjeron también en otras ciudades de Israel, principalmente las que tienen mayoría ortodoxa. Esta resistencia hacía temer lo peor durante la marcha y la policía había previsto 9.000 agentes para garantizar su seguridad.
La movilización de tantos agentes hubiese sido muy problemática habida cuenta de las amenazas de atentados palestinos tras los bombardeos de este jueves en Gaza, donde murieron 18 civiles. Finalmente, serán 3.000 los policías que protejan el acto de la comunidad gay, lesbiana y transexual de Jerusalén.
La comunidad homosexual ya celebró en el pasado otras cinco marchas de menor envergadura en Jerusalén, pero este año fue precedida de mucha publicidad y debate porque, en un principio, estaba previsto que fuera mundial. Para los ortodoxos judíos, que consideran la ciudad un reducto sagrado, el proyecto era una "abominación".
Polémica sobre la ortodoxia
Según la tradición ortodoxa judía, la homosexualidad está prohibida por orden expresa de Dios en el Levítico (18:22), donde se dice: "No te acostarás con un hombre como uno se acuesta con una mujer. Abominación es".
La prohibición es, por interpretación, extensiva al sexo entre mujeres, y contra ella previene la Biblia con el fuego que Dios.
La indignación de los ortodoxos, que suponen alrededor del 30% de los habitantes de la ciudad, es compartida por los líderes musulmanes y cristianos, aunque estos se han mantenido al margen de la ola de disturbios que encabezan los primeros.
El líder del partido Shas, Eli Yishai, uno de los que recurrieron contra el desfile, había comparado la 'marcha de la abominación' con "un cinturón explosivo que puede hacer estallar todo Oriente Medio".
Lo curioso del caso es que la homosexualidad no es mencionada explícitamente en las Sagradas Escrituras, y rechazarla es más bien parte de una tradición originada en la interpretación de las fuentes, afirman los rabinos del Movimiento Conservador, una de las dos vertientes progresistas del judaísmo que tiene un extenso predicamento en Estados Unidos -donde se fundó- y América Latina.
"No es una cosa de blanco o negro, todo es mucho más complejo", explicó el rabino Andrew Sacks, quien avala la manifestación del Orgullo Gay como una muestra de tolerancia y respeto a los derechos de todas las criaturas de Dios.
Según Sacks, "la Biblia no prohíbe la homosexualidad, ni la expresión de sentimientos entre dos personas del mismo género, ni las caricias entre ellos, ni las muestras de afecto". "Simplemente -explica- prohíbe el acto sexual entre dos hombres como lo hace un hombre con una mujer, es decir, introduciendo el pene en la vagina, lo cual, por razones obvias, es imposible entre dos hombres".
Sacks se pregunta además qué significa exactamente eso de "contaminar una ciudad". "La Biblia castiga con la pena capital la violación del 'shabat', prohíbe el adulterio; prohíbe tantas y tantas cosas por las que los ortodoxos no han emprendido ninguna violencia, pero no menciona eso de contaminación", dice.
"Por ello -subraya el rabino- la única conclusión a la que llego es que se trata de una clara homofobia" por parte de los ortodoxos.