- El voto rosa
- El País, 1993-05-30 # Alberto Anaut, Madrid
Los más duros del sector suelen ir a Troya's. Poca luz, una colección de carteles con dibujos de machos agresivos, un escaparate repleto de parafernalia sado-maso (slips de cuero y todo tipo de correajes), tres televisores vomitando vídeos porno y un cuarto oscuro en el que no entro son los reclamos del local. Moisés desgrana un confuso discurso. A sus 29 años, trabaja en un sitio de bodas y banquetes, su padre es distribuidor de Talbot y él confía en el PP. "El PSOE ha dejado a este país un agujero enorme". Hablamos de la deuda exterior y de los tipos de cambio y me cuenta, bajando la voz, que ha dado positivo en una prueba del sida, pero que está convencido de que se trata de un error. El tipo con el que se ha estado morreando media hora no debe saberlo.
Para acabar la noche, una discoteca de moda. Ales está a rebosar. Trescientos cuerpos gloriosos. Aquí se viene a cerrar la jugada con un póquer de ases. Juan (de 31 años) y X (de 26) coquetean en la puerta del servicio. X es representante artístico y tiene su negocio puesto en la cesta del PSOE; le interesan. Juan se declara enamorado del PP y dice que vota por ideología, no por sexo. Escaleras abajo, Jesús baila en la pista, rodeado por las miradas de cincuenta lobos. Se ha quitado la camisa para dejar las cosas claras. Tiene 20 años, es culturista, trabaja en un gimnasio por la mañana y los fines de semana hace striptease en Boys, una sala especializada en despedidas de soltera y divorcios. Apostará por el PSOE, pero pone cara de escéptico. "La política es una lotería". Los homosexuales piensan que esta vez tampoco les va a tocar a ellos.