- ¿Qué tenemos aquí contra Visconti?
- El Mundo, 1996-03-24 # Luis Antonio de Villena
Hace sólo ocho días se cumplió el vigésimo aniversario de la muerte de Luchino Visconti (1906-1976), un director de cine intelectual y esteta, que marcó una senda, un universo y un modo de hacer. Italia -es lógico- se llena de conmemoraciones y retrospectivas; en España (donde el milanés fue celebradísimo, cantadísimo, sobre todo en los años 70) el aniversario ha pasado más que discreto, apenas unas menciones umbrías y púdicas, y silencio. ¿Qué ha ocurrido, qué ha pasado aquí con Visconti?
Para otros, Visconti -decadente voluntario, cantor de la belleza del derrumbe y de la transgresión a partir de
Quizás en estos días un «thriller» norteamericano de asesinos como Pulp Fiction (Tarantino, 1994) o una película tan fácil -e inteligente- como Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991) puedan parecernos más «transgresoras» que los antiguos Visconti. Por supuesto, todo les distancia, pero no estoy nada seguro de la prioridad rompedora de los productos yanquis, aunque sean atinados, como los que cito. Creo que -bajo las galas del Arte- Luchino -revolucionario desencantado, marxista teñido de aristocracia anarquista- sigue estando, con menos violencia, más lejos... Quizá el Visconti más perfecto hoy sea El Gatopardo (1963) una película magnífica sobre una magnífica novela, lo que deshace el tópico de a buenas películas malas novelas y a la inversa. Mesurada, clásica, perfecta, El Gatopardo es mensaje, estilo y gran historia (cinematográfica y de la otra). Basta, en fin, este somero repaso -Visconti defendió la justicia, el arte, la belleza, un mundo sin clases, la libertad sexual, y lo hizo en un cine, en general de calidad extraordinaria- para saber que estamos, seguimos estando, ante un alto maestro. Quizá pasando entre nosotros el obligado «purgatorio» de tantos grandes. O llanamente, turbando demasiado en una España mucho más retrógrada, en casi todos los aspectos, que la de 1976 o 1978, por ejemplo.
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