- Se ofrecía a hacerles un «numerito» gay para que sus víctimas se dejaran atar y poder robarles
- ABC, 2006-10-05 # José L. García, Sevilla
La escena, sin duda repetida mil veces al día, no hubiera dejado de ser un episodio privado si la Policía sevillana no hubiera puesto ahora al descubierto las andanzas de un ladrón que, aprovechándose de los mensajes de contactos aparecidos en una televisión local, acabó desvalijando a dos individuos que habían solicitado un encuentro homosexual.
Ocurrió en los últimos días de junio, en dos barrios de clase media alta sevillana. Ambas víctimas distorsionaron el encuentro para hacerlo pasar a ojos de la Policía por sendos robos con allanamiento de morada. Pero eran tantos los cabos sueltos y las sombras de los dos casos, inconexos en el tiempo y en el espacio, pero demasiado coincidentes en el «modus operandi», que los investigadores pronto albergaron la sospecha de que las víctimas ocultaban más de lo que decían. Y a poco que se vieron presionados, ambos acabaron confesando que habían sido víctimas de un desconocido a quien solicitaron favores sexuales tras entrar en contacto con él a través de un teléfono, pues ambos se habían publicitado en los reclamos sexuales de una página porno de TV.
En ambos casos, la fórmula del delincuente era la misma: llamaba al teléfono que aparecía en el reclamo televisivo y concertaba una cita con la víctima. Si ésta finalmente consentía en recibirlo en su domicilio, la primera parte del ardid estaba cumplida.
Quedaba la segunda, que no era sino la consecución de un cargado ambiente de sensualidad en medio del cual el visitante se ofrecía a realizar un «numerito» especial que conllevaba la inmovilización de su víctima. Para ello, como si de elementos de juego sexual se tratara, mostraba unas bridas de plástico con las que rodeaba las manos y pies de sus víctimas, previamente desprovistas de ropa.
A partir de ese momento comenzaban las agresiones, los insultos y los registros del domicilio en busca de dinero, teléfonos móviles y tarjetas de crédito, cuyo número de seguridad exigía con nuevas y violentas coacciones. Así, el delincuente, más tarde identificado como J.A.V.G., de 35 años, logró sustraerle a la primera de sus víctimas 1.825 euros en efectivo, un teléfono móvil y 390 euros más que extrajo de un cajero automático.
Más parco fue el botín en el segundo caso, ya que sólo pudo apropiarse de un móvil y 20 euros, puesto que su víctima le engañó y le dio un número falso de su tarjeta de crédito. La investigación llevó a los funcionarios del Grupo de Robos hasta la localidad leridana de Les, donde el individuo trabajaba durante los meses de verano en el sector de la hostelería.
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