- Dos lesbianas provocan un caos legal en EE UU al pedir el divorcio
- Quieren formalizar la separación en un Estado en el que no existe el matrimonio entre homosexuales
- El Correo, 2006-11-24 # Anna Grau, Nueva York
Lo que ninguna ley ha atado, ¿otra lo puede desatar? Ésa parece ser la paradoja a la que se enfrenta el juez estadounidense al que una pareja de lesbianas casada en otro Estado de la Unión ha recurrido para que las divorcie. Lo malo es que se casaron en Massachussets y se quieren divorciar en Rhode Island, donde el matrimonio gay no se contempla.
El sí o no al matrimonio homosexual es uno de los temas que más han dividido en los últimos meses a la opinión pública americana, en plena campaña electoral para el control de las cámaras. En Estados Unidos hay abismos de sensibilidad moral e ideológica que nada tienen que envidiar a las dos Españas de Machado. Por un lado, está uno de los 'lobbies' gays más fuertes del mundo. Por el otro, un muro impenetrable de valores religiosos y conservadores que puede tragar una película como 'Brokeback Mountain', pero no que personas del mismo sexo se casen legalmente.
La diversidad de criterios dio pie a la diversidad de legislaciones y a algún que otro vodevil, como la anulación de miles de bodas gay celebradas en San Francisco por orden expresa de la Corte Suprema de California. Eran los tiempos en que el gobernador republicano Arnold Schwarzenegger no se sentía en absoluto llamado a moderar su discurso para mantenerse en el poder.
El matrimonio entre personas del mismo sexo es ilegal en todo el país, con la excepción, desde 2004, de Massachussets, que es donde se casaron Margaret Chambers y Cassandra Ormiston, que ahora pretenden separarse en Rhode Island. El dilema de las autoridades es o informar a las aspirantes a divorciadas de que no les hace falta, porque como pareja son una nulidad legal, o bien reconocer el matrimonio, venga de donde venga, y regular su disolución.
En el primer caso, se puede dejar a Chambers y Ormiston sumidas en la discriminación y el desamparo. Como bien saben muchos divorciados en todo el mundo, el proceso no es tan sencillo como dar por concluido el vínculo. A partir de ahí puede empezar un infierno de detalles prácticos. Pero admitir esto y arremangarse para resolver la situación puede suponer, para los jueces de Rhode Island, caer en la 'trampa' del movimiento gay, que lo único que desea es aprovechar cualquier ocasión para reabrir el debate, aunque los abogados de las dos esposas niegan rotundamente que ésa sea su intención.
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