- El “homófobo”
- El Pueblo de Ceuta, 2006-10-24 # Nuria Van Den Berghe
Me pregunto yo si se dice en correcto castellano “homófobo” o “mariconófobo”. Reflexiono y medito, valorando si utilizar en el tema mi mente brillante y clarificadora. Y decido que sí. Porque no me gustan los dengues ni la palabrería insulsa parida en aras a un idioma “políticamente correcto” que más bien debería denominarse “hipócritamente correcto”. El homófobo es quien le tiene fobia al hombre y no se por que se apropian los maricas del copyright de esa fobia para aplicársela a toda conducta que ellos consideren poco delicada para con su condición sexual, poco delicada o abiertamente hostil, que de todo hay. Cuando hay revolica con mariquitusos de por medio se debería hablar, utilizando el español en toda su amplitud y su enjundia de mariconeríafobia y a los fóbicos tildarles de mariconófobos.
¿Qué por que no digo “gay” que es más finolis? Porque aborrezco ser pretenciosa y detesto esos anglicismos pijoteros con los que se intenta amariconar el lenguaje y nunca mejor dicho. ¿Que cual es el fin que persigo con mi madura reflexión? No. Yo no persigo nada. Tan solo quería comentar lo acontecido en ese bar sevillano, en el que estaban desayunando y leyendo el periódico dos mariquitas, entre beso y beso y magreo y magreo. Y claro , se armó la que se armó, con el dueño echándoles a la puta calle y los maricas llamando a la policía para acusar al tabernero de “homófobo” y acabar todos ayer en los Juzgados en plan juicio rápido. Con movilización de la plataforma de gays, es decir, sarasas y lesbianas, término que tiene su origen etimológico en los rituales y mañas de las sacerdotisas de la isla griega de Lesbos y es como se les dice, con finura, a las tortilleras de toda la vida, llamadas también “tortis” o machorras. ¿Qué que opino yo que pasó? Pues yo creo en la versión del dueño del establecimiento, me figuro a los dos maricas en la terraza, demostrándose sus amores y sus ardores y el público del bar con el estómago revuelto, porque, mea culpa y que Nuestro Señor, por intercesión de San Josemaría Escrivá, perdone mi falta de caridad, a muchos ciudadanos, entre quienes me cuento, nos da pechá de repugnancia el ver a dos tíos morreandose. Un poner, yo me estoy tomando una tostada, con su zurrapilla de lomo y sorbiendo mi cafelito sin molestar a nadie, con educación y con respeto y veo a dos tíos tentándose las partes pudendas mutuamente y me da un asco que me muero.
Y no es que tan solo me de asco. Que me da. Sino que yo exijo de esos tipos y de sus derechos y de sus libertades que me respeten a mí y a mi sensibilidad y las sensibilidades de las madres que estemos con nuestros hijos desayunando y la de los niños y la de los jubilados. Y la de la Humanidad entera que no tiene por que soportar efusiones repulsivas que, los maricas, deben guardar para la intimidad y no pasarse tratando de ir dando el cante por la vía pública para demostrarnos a todos que tienen “muchísimos” derechos y que, el ser sarasón, que se note y alardear de mariconería, es una especie de mérito y de acto honroso demostrativo de sus libertades.
Yo digo: “Vale, maricones. Vosotros tenéis vuestros derechos y yo los míos y si me ofenden y me molestan las exhibiciones de sexualidad gratuitas porque las considero escandalosas y de un gusto inmundo, tengo derecho a que, mi sensibilidad sea respetada, de lo contrario, maricones de mis entretelas, la demostración explícita de vuestras libertades tengo que considerarlas como una agresión en mi contra, agarrar una silla y meteros un silletazo” ¿Qué meter silletazos es “muy” incorrecto? No. Incorrecto es que yo vomite mi mollete antequerano con zurrapilla de lomo y que, encima, lo tenga que pagar. Además con la silla de plástico es más la impresión que el impacto ¿Qué murmuran? ¿Qué el dueño del bar sacó de detrás de la barra un palo para echar a los besucones? Eso es que el hombre se sintió faltado al respeto y se ofendió.
¿Qué el del bar y servidora somos unos retrógrados? Bueno. Puede ser. Pero si ser “moderno” es aplaudir el que dos tíos se coman la boca en público y delante de niños prefiero mi retrogradez y no soy mariconófoba, pero me repatean los huevos quienes hacen bandera de su condición sexual, la publicitan, la proclaman y salen de un armario del que nunca hemos salido los heterosexuales porque no es necesario. Ni los heterosexuales, claramente discriminados por el stablishment tenemos Día del Orgullo Heterosexual, ni hacemos alarde sistemático de nuestra condición, por respeto y por un mínimo de educación y de normas sociales.
¿Qué me quedo anticuada? No. Conozco al dedillo la historia de la homosexualidad desde el tiempo de los griegos y de los romanos, el tema de la predilección por los efebos me parece pedofilia pura y dura, los eunucos persas me parten el corazón y de la bíblica Sodoma procede el término sodomía. Nada inventan los de ahora que no esté ya inventado, ni hacen con sus traseros nada extremadamente meritorio que no se haya antes hecho. Ni que se haya dejado de hacer por minorías camufladas por los siglos de los siglos. Soy católica y como católica respeto a todo quisque, pero sigo al dedillo la doctrina de mi religión y pienso que, las tendencias, son para la más estricta intimidad y si, la tendencia, te aparta de la normalidad aceptada y quieres llamarte cristiano, te haces un nudo en el pito y piensas en temas más interesantes que el folleteo, que los hay. Por ejemplo la astrofísica , la filosofía y el autocontrol derivado del Zen. ¿Qué eso es represión? OK, pero les digo una cosa por si no han visto el espectáculo lamentable de las carrozas y las algaradas del llamado Día del Orgullo Gay y es más, para decirlo copio a un ser humano con auténtica clase como Antonio Gala :No es lo mismo reivindicar derechos que hacerlo vestidos de hawaianas. Yo añado , no es lo mismo reivindicar derechos que hacerlo enseñando el culo vestidos de monjas desde una carroza. Primero porque, la vista de un usado y peludo trasero es lo menos motivador del mundo y segundo, porque si van vestidos de monjas para zaherir a los cristianos lo mismo topan con algún católico que se sienta aludido y el del culo peludo acaba descalabráo. Y no es mariconeríafobia, es, sencillamente, una cuestión de clase y de respeto. Ellos quieren que se les respete, pero respetan poco con sus exhibiciones de infinito mal gusto. Y así empezó el Imperio Romano a decaer por la inmoralidad de sus comportamientos, hasta que llegaron los rubicundos bárbaros que eran más bestias que un aráo y no entendían de finuras y se los cargaron. ¿Qué en Egipto meten a los maricas en la cárcel? Bueno, es otra civilización y hay que respetar todas las sensibilidades. ¿Qué si el del bar y yo somos homófobos? No. Pero mi zurrapilla de lomo me la quiero tomar en paz y no presenciando los lametones de dos tíos. A mí, que Dios me perdone, me da asco.
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