2006/05/27

> Iritzia: Carlos Sandoval > EL "HOMBRE" DETRAS DEL BALON

  • El "HOMBRE" detrás del BALÓN
  • Carlos Sandoval
  • En tiempos mundialistas, un fragmento de su libro FUERA DE JUEGO, p. 202-205
  • Nación [Costa Rica], Ancora gehigarria, 2006-05-27
Habría un cierto consenso, no sin controversias desde luego, en el sentido de que las masculinidades y las identidades nacionales están en crisis (Beynon, 2002). Si bien cualquier identidad es inestable, las asociadas a las masculinidades y a las nacionalidades experimentan incertidumbres. Varios factores estarían precipitando estas crisis. En el caso de las masculinidades, las sociedades les exigen a los hombres ser proveedores, pero al mismo tiempo les limitan las posibilidades de empleo estable y bien remunerado; les exigen participación en el trabajo doméstico, pero las jornadas laborales siguen siendo poco amigables y con frecuencia los hombres suelen burlarse de aquellos hombres que se ocupan del trabajo doméstico. La legislación sobre paternidad responsable o violencia doméstica sanciona prácticas, sobre todo asociadas al empleo de la fuerza, que otrora eran consideradas "naturales". Los movimientos feministas y homosexuales interrogan la heterosexualidad compulsiva. En este contexto, el futbol expresa formas de masculinidad hegemónica que ya no se podrían expresar tan fácilmente en otras arenas.

Mientras tanto, las identidades nacionales experimentan debilitamientos, tanto por factores internos, como el deterioro de las instituciones públicas y los imaginarios colectivos, como externos, sobre todo asociados a los cambios generados por dinámicas globalizadoras, tanto a nivel económico como cultural. El ascenso de la selección de futbol como ícono de la nación coincide con el deterioro de las formas tradicionales de representación de la nacionalidad, sobre todo asociadas con un imaginario colectivo costarricense anclado al pasado rural, codificado en el folclor, o bien asociado a imágenes de una nación de clases medias prósperas, las cuales se han visto disminuidas, sobre todo por el crecimiento de la disparidad en la distribución del ingreso y la crisis del sistema educativo público, el principal mecanismo de movilidad social. De ahí que, un poco en broma un poco en serio, se diga que las fortunas de las nuevas generaciones no dependen tanto de su éxito educativo, como de ser un buen prospecto como jugador de futbol.

En este contexto, el futbol pareciera contener, en el doble sentido de representar, pero también de dar contención y de volver manejables estas crisis de las masculinidades e identidades nacionales. En el futbol es lícito manifestar formas de masculinidad consideradas fuera de juego asimismo, parece ser una de las pocas ocasiones en que se representa la nación a través de imágenes hostiles hacia otras naciones. No es solo que la selección masculina de futbol ha alcanzado éxitos, como por ejemplo la clasificación a dos campeonatos mundiales, es que simultáneamente se han debilitado otras formas de representar la nación. Basta recordar el descrédito que experimentan la iglesia católica y la clase política. La clase política en Costa Rica no desaprovecha que las elecciones nacionales coincidan con la celebración de mundiales de futbol masculino e intenta adquirir notoriedad. Las figuras políticas aparecen como si fueran uno más, sin ser uno más.

En síntesis, las masculinidades y las identidades nacionales no solo compartirían ciertas formas de representación, asociadas a la honorabilidad, sino también una crisis de sus imaginarios. En una época en que las lealtades políticas se han debilitado, el futbol surge como una de las pocas instancias de representación nacionales, pero al mismo tiempo es una instancia que excluye, entre otros factores por su marcado acento homosocial.

¿Habría alternativas a las crisis de los imaginarios de las masculinidades y las identidades nacionales? En el caso de las masculinidades, estas crisis parecen tener en el futbol, y en general en la cultura mediática en general, una posibilidad de superación a través de la conversión de los jugadores en celebridades, cambio que los suele convertir en objetos del deseo. Las celebridades del futbol ahora no solo despiertan la atención por su éxito futbolístico, sino también por los avatares de su vida privada, y factores asociados al cuerpo, como el corte del cabello o la vestimenta, para mencionar solo algunos. El jugador "rudo" ha dado paso a la figura estilizada. Es decir, en el futbol conviven formas de masculinidad diversas, unas más ancladas a la tradición de hipermasculinidad, con frecuencia asociadas a referencias genitales y a la feminización de oponentes, y otras más estetizadas, por lo común vinculadas con la televisión y la publicidad.

Hasta qué punto la estetización y erotización del cuerpo masculino, desafían la representación hegemónica de la masculinidad es una pregunta que demanda mayor reflexión. ¿Conducirá esto a un cambio en las formas de presentar y vivir las masculinidades? No habría una sola respuesta a estas interrogantes. Entre hombres más tradicionales, la erotización del cuerpo masculino despierta hostilidad. Se dice que el futbol actual ya no es el mismo, pues los jugadores se cuidan demasiado. El erotizar el cuerpo masculino acercaría a los hombres al lugar que históricamente han sido ocupado las mujeres. Se echa mano a una estética femenina que emplea, por ejemplo, el sacarse las cejas y teñirse el cabello, como recursos de belleza y cuido del cuerpo. Ciertos jugadores atraen la atención de las mujeres y ello también genera inseguridades, como en el caso de David Beckham, quien moviliza significados ambiguos, pues su homoeroticismo en ocasiones es asociado a una nueva forma de atractivo heterosexual, pero en otras se vincula con homosexualidad. Esta ambigüedad estaría acercando tanto la mirada homosexual interesada en el cuerpo masculino y tradicionalmente alejada del futbol, como el interés de mujeres jóvenes heterosexuales, quienes se sienten atraídas por jugadores. En cualquier caso, la pregunta de fondo es si la erotización del cuerpo masculino resta poder a los hombres o es más bien una forma más de preservarlo. Una respuesta tentativa diría que estas formas no necesariamente contradicen las masculinidades hegemónicas, aunque sí confirman su pluralidad. Habría entonces continuidades y rupturas; sin embargo, el mayor desafío es cómo reconocer la presencia de ambas.

(...) ¿Habría margen para imágenes de identidad nacional que incorporen nociones de diferencia y desigualdad? En general, la representación de la nación pretende aglutinar un "nosotros inclusivo" al tiempo que es profundamente selectiva. A lo mejor, en términos conceptuales, convenga interrogarse si este reto no debería plantearse en términos de sociedad y no de nación, pues nación acuña un sentido de exclusividad y homogeneidad, que pocas veces deja lugar para el reconocimiento de lo diverso al interior de cualquier comunidad.

En este contexto, el futbol ofrecería el potencial de evidenciar en la vida cotidiana la diversidad étnica y social presente en la sociedad costarricense. Pero [...] el futbol contiene, pero no expresa dicha diversidad, es decir, la diversidad no es tema, no es explícita. Da la impresión de que, por ejemplo, jugadores negros que destacan en la selección se asimilan a un "centro cultural" de la nación costarricense, que se presume blanco.

Esta ausencia de debate de la diversidad étnica y de clase presente en futbol es consecuencia del poco interés que despierta este deporte entre la crítica cultural y la investigación académica. Por ejemplo, en marzo del 2005, Paulo Wanchope tuvo un incidente con aficionados del equipo del Málaga de España por presuntas ofensas racistas. Un grupo de aficionados, manifestó Wanchope: "comenzaron a hacer sonidos de monos y a gritarme negro de m..., insultos que me dolieron porque son insultos racistas ... Estoy cansado de ofensas racistas" (LN, 14.3.5). Si bien el estudio del racismo en Europa y Estados Unidos ha advertido que los deportes son una arena en donde se expresa la discriminación étnica y se llevan a cabo campañas antiracistas (Garland y Rowe, 2001; Back, Crabbe y Solomos, 2001), el debate sobre discriminación y diversidad en Costa Rica y en general en América Latina no ha prestado mayor atención a los deportes y en particular al futbol, pese a ser una instancia idónea para conectar debates sobre diferencia y vida cotidiana.
  • LIBURUA:
  • Fuera de Juego : fútbol, identidades nacionales y masculinidades en Costa Rica / Carlos Sanvodal. -- San José : Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2006

> Berria: RUSIA > ¡MOSCU NO ES SODOMA!

  • La Policía y grupos radicales reprimen la primera manifestación del 'orgullo gay' en Moscú
  • El alcalde de la capital rusa había prohibido la protesta
  • El País, arg. dig., 2006-05-27

======================================================

======================================================

[EFE. Moscú] Grupos radicales y policías antidisturbios han dispersado hoy una manifestación no autorizada de homosexuales rusos en Moscú, que pretendían reivindicar sus derechos y denunciar la homofobia y la discriminación. Al grito de "¡Moscú no es Sodoma!", un centenar de extremistas se ha lanzado contra un grupo de homosexuales que, en un acto de repulsa a la intolerancia, intentaba colocar flores en la Tumba del Soldado Desconocido junto a la muralla del Kremlin.

La policía, que hoy ha acordonado literalmente el centro de la capital rusa y ha bloqueado los accesos a la plaza Lubianka, la plaza Roja y el jardín de Alejandro, donde se encuentra la tumba, ha puesto fin a los enfrentamientos y ha desalojado de la zona a los extremistas. Al mismo tiempo, los agentes han detenido a varios homosexuales, entre ellos Nikolai Alexéyev, el organizador de las manifestaciones de protesta que fueron prohibidas por el alcalde de la ciudad, Yuri Luzhkov, y por un tribunal de Moscú.

En otra zona del centro urbano, en el bulevar Petróvski, las unidades antidisturbios han cargado contra otro grupo de homosexuales y ha arrestado a unos 50 manifestantes, según el diario digital Gazeta.ru. La policía también ha dado cuenta de la detención en el bulevar Chistoprúdni de unos 25 jóvenes neonazis que se proponían atacar a los participantes de las marchas homosexuales.

  • Amenazas por Internet

El propósito de los organizadores era celebrar el primer desfile del "orgullo gay" de la historia de Rusia, aunque no como una celebración carnavalesca, como en Occidente, sino en defensa de los derechos de la comunidad homosexual. Sin embargo, las amenazas de ataques extremistas, que inundaron Internet, y las advertencias de las autoridades, que movilizaron a 1.700 policías y agentes antidisturbios, los obligaron a cambiar de planes.

Según habían anunciado los organizadores en una rueda de prensa previa, habían decidido limitarse a colocar flores en el jardín de Alejandro y a celebrar un mitin frente al Ayuntamiento, pero finalmente la policía y los radicales han logrado frustrar todos sus planes.

El alcalde Luzhkov había prohibido el acto, argumentando que los habitantes de la capital rusa rechazan las manifestaciones públicas de los homosexuales y un tribunal apoyó ayer su decisión, aunque con la excusa de que no podrán cortar el tráfico rodado en la ciudad ni garantizar la seguridad de la comunidad gay.

> Iritzia: Juan Gotysolo > LAS ALARMAS DEL CARDENAL CAÑIZARES

  • Las alarmas del cardenal Cañizares
  • Juan Goytisolo, escritor
  • El País, 2006-05-27

Soplan de nuevo aires de cruzada, no sólo contra la "marea islamista" que nos amenaza, según claman los exaltados de la derecha aznariana, sino contra un enemigo más cercano e íntimo: nuestra ciudadanía, es decir, nosotros mismos. El creciente laicismo de la sociedad española, su aceptación mayoritaria de los valores éticos y democráticos de la Segunda República, la escasísima práctica religiosa de los jóvenes y menos jóvenes, el estiaje de las vocaciones sacerdotales, la desinhibición en cuanto al sexo, erizan los cabellos en torno a las tonsuras eclesiásticas y suscitan gemidos de espanto y homilías apocalípticas. Divorcio rápido, ley de parejas de hecho, aborto legal, matrimonio gay, etcétera, constituyen, a ojos del arzobispo de Toledo, primado de España y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, un ataque directo al "evangelio de la familia, santuario de la vida, sagrario del amor, futuro de la humanidad". En corto: tenemos el fuego en casa y debemos combatirlo, si es preciso, "hasta con el sacrificio de nuestras personas". Todo eso suena en los oídos como el estribillo de una vieja, viejísima canción.

¿Habrá que recordar al cardenal Antonio Cañizares cuál fue el contenido de la muy cristiana y santa doctrina en cuyas "fuentes de agua viva" saciaron los suyos la sed de nuestras almas? La transubstanciación de un brutal alzamiento militar contra el gobierno democráticamente elegido en una cruzada bendecida por la casi totalidad de la jerarquía eclesiástica fue el punto de partida de una serie de hechos que el pastor de nuestro amenazado rebaño pretende o finge olvidar: ejecución planificada de decenas de millares de ovejas descarriadas calificadas de "perros rojos" en el más puro estilo castrense; entrada del dictador bajo palio en las catedrales con toda la fanfarria litúrgica; monedas acuñadas con la divisa "Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios"... La didascalia de los pastores que nos enseñaron a cantar el Cara al sol y a santiguarnos en las aulas ante el crucifijo escoltado por el retrato en color de sus dos santos discípulos, ¿forma parte de las "raíces cristianas" que supuestamente erradica el "nuevo proyecto de sociedad"? El presunto "desierto espiritual" que tanto angustia al presidente de la Conferencia Episcopal, ¿no fue el que sufrió España en nuestra mísera y oprimida posguerra por la dispersión geográfica de sus educadores e intelectuales por toda la rosa de los vientos? "La quiebra de los principios y criterios de juicio en el comportamiento moral de la sociedad" a los que apunta en la homilía, ¿son aquellos en los que fueron adoctrinados varones y mujeres de mi generación?

Todos recordamos la entronización de los mitos, la patria como destino, la manipulación flagrante de los acontecimientos, la división binaria entre lo nuestro y lo ajeno, el campo del bien y del mal. Por un lado, don Pelayo, Guzmán el Bueno, Isabel la Católica, Franco; por otro, los herejes, judíos, masones, republicanos, ateos. ¿Es esto lo que llama "preterición de una historia común compartida"? El primado de España tiene la memoria muy corta o adolece de un daltonismo moral sorprendente en quien tan alto cargo ostenta. La "objetividad histórica" que reclama, ¿toma en cuenta las decenas de millares de víctimas de la represión franquista durante y después de la guerra? ¿Los campos de concentración, fusilamientos y fosas comunes obra de los cruzados de su bando? ¿Todo se redujo a la "quema de iglesias", a la "incautación de bienes" en el periodo de behetría que siguió al levantamiento de los militares? El repudio de la historia documentada por investigadores solventes como Santos Juliá o Álvarez Junco es tan disparatado y ciego como el de los negacionistas del Holocausto o las limpiezas étnicas de la pasada década.

La rapidez de los cambios operados en nuestra sociedad obnubila al cardenal. Los pecados de la carne que tanto obsesionan a los célibes de la Iglesia de Roma son en efecto uno de los pilares fundamentales en los que asientan su control del rebaño. El "pansexualismo", adulterio, fornicación, homosexualidad, pornografía difundida por Internet, son vistos así como mane, thecel, fares trazado por mano misteriosa en el último festín del rey Baltasar. La excelsa pureza que predican no atrae a una juventud poco dispuesta a la escucha de sermones salvíficos. ¿Quién cree hoy que el coito no santificado por la Iglesia o la masturbación, practicados por el Homo erectus desde hace centenares de miles de años, constituyen un pecado mortal acreedor de las penas eternas?, ¿en la indisolubilidad del matrimonio católico y el castigo de los "nefandos" al fuego de Sodoma? La condena del preservativo contra el sida y otras enfermedades venéreas que infectan a docenas de millones de personas, ¿no contribuye acaso a diezmar el rebaño que pretenden apacentar? O ¿estas vidas no son objeto de la misericordiosa solicitud del Pontífice que propone, como única y heroica receta, una abstinencia imposible?

Lo que más me inquietaría en otros tiempos en la homilía apocalíptica del cardenal sería el llamamiento a su pares: la exigencia de ponerse "al frente del rebaño como buenos pastores" a fin de defenderlo, dice, "hasta con el sacrificio de [sus] personas". Un largo y bien documentado repaso a la historia de la Iglesia nos muestra que tal invitación al martirio propio conduce muy a menudo al exterminio ajeno, ya sea del hereje, enciclopedista, republicano o ateo. Las innumerables guerras de religión, desde los primeros concilios hasta el Glorioso Alzamiento de Franco, están ahí para probarlo. Pero Cañizares se confunde de época.

Uno de mis autores favoritos y de quien más he aprendido a lo largo de la vida por la amplitud de sus conocimientos y curiosidad insaciable, ya que no por su furor doctrinario -me refiero, claro está, a Menéndez Pelayo-, resume en unas líneas esta santa doctrina que mueve a los amenazados por la tolerancia a defenderse a mano armada:

"Ley forzosa del entendimiento humano en estado de salud es la intolerancia. Impónese la verdad con fuerza apodíctica a la inteligencia, y todo el que posee o cree poseer la verdad trata de derramarla, de imponerla a los demás hombres y de apartar las nieblas del error que les ofuscan. Y sucede, por la oculta relación y armonía que Dios puso entre nuestras facultades, que a esta intolerancia fatal del entendimiento sigue la intolerancia de la voluntad, y cuando ésta es firme y entera y no se ha extinguido o marchitado el aliento viril en los pueblos, éstos combaten por una idea, a la vez que con las armas del razonamiento y de la lógica, con la espada y con la hoguera".

Por fortuna, la España de hoy tiene muy poco que ver con la de hace setenta años por mucho que se esfuercen los agoreros de la COPE y sus medios afines en soliviantar los ánimos y crear una atmósfera inexistente de guerra civil, en defensa de su "identidad católica amenazada". La ciudadanía de 2006, representada por Rodríguez Zapatero, no es la sañudamente enfrentada entre sí con la que tuvo que contender Manuel Azaña. Nadie quiere matar curas ni incendiar iglesias. Por el hecho de no imponerse ya a la fuerza, la jerarquía episcopal no puede proclamarse perseguida. Sus privilegios económicos, pagados por el Estado, esto es, por el bolsillo de los contribuyentes, son los mismos de siempre. Una cosa es el odio de que era objeto por una gran parte de la población en las primeras décadas del pasado siglo, y otra muy distinta, la actual indiferencia de una mayoría de españoles que viven al margen de sus anatemas y preceptos.

Pero el cardenal primado no debe ceder a tan extremo desasosiego. Una máquina tan bien rodada como la de la Iglesia Católica dispone de muchos medios para preservar su visibilidad y recordarnos su presencia en bodas, bautizos, procesiones de Semana Santa y fiestas navideñas en las que el consumismo desenfrenado de nuestros días se reviste de un paño ritual. La próxima visita de Su Santidad a Valencia brindará la ocasión de un ceremonial grandioso, con cortejos multitudinarios y estadios repletos de jóvenes. Y, concluidos los fastos, los forofos de Tom Cruise, Ronaldinho o Madonna seguirán con sus videojuegos, botellones y ligues por Internet, a mil leguas de su arenga sobre la "sana doctrina a tiempo y a destiempo".