- Reportaje: Madrid
- "Hay 600 homosexuales en las cárceles españolas"
- El País, 1979-02-11
«Recordamos que seiscientos homosexuales continúan en la cárcel y que el compañero Luis Yáñez, especialista en derecho penal, tiene, según informó en un acto celebrado recientemente en la Autónoma, un amplísimo dossier de juicios y condenas a homosexuales utilizando estos artículos que llega hasta el mismísimo 1978. ¿De qué hay que sorprenderse si sólo hace dos meses que fueron prohibidas al alimón por el Gobierno Civil de Madrid y la Dirección General de Juventud del Ministerio de Cultura las Fiestas de Liberación Sexual, que organizaba el FLHOC con el apoyo de una larga lista de partidos, juventudes, grupos feministas, artistas, intelectuales, poetas y demás famosos de la cultura? Las últimas detenciones a homosexuales de que tenemos noticia tuvieron lugar el 6 de febrero de 1979 en Madrid, en el marco de los entrenamientos antiterroristas que realiza la Policía Armada o Nacional. Si consideran que los maricas somos terroristas, ¿cómo no se va a prohibir la legalización de un frente de liberación homosexual?
Se prohíbe una organización que lucha por la libertad sexual y, en cambio, proliferan los bares, saunas, clubs, espectáculos, discotecas y demás centros gays, donde la carne se subasta públicamente y no hay lugar para amar libremente un cuerpo. Claro, es que eso trae grandes beneficios económicos, y la gente que lucha por la libertad sólo trae quebraderos de cabeza al poder. Y conste que somos partidarios de la libertad total.»
«El FLHOC no pidió su legalización, como tampoco la pidieron la Coordinadora de Collectius d'Alliberament Gai, ni otros grupos. No nos pusimos de acuerdo, pero la mayoría pensaba que había que renunciar a demasiadas cosas para que nos legalizaran, que en cualquier caso no iban a hacerlo si no había una fuerte presión social que les obligara a legalizarnos para evitar mayores complicaciones y que, dado el bajo nivel de conciencia por parte del movimiento obrero y popular sobre la lucha de los homosexuales, de lo que tienen gran responsabilidad sus partidos mayoritarios y menos mayoritarios, esa presión era difícil que se produjera. Pero había más: a lo mejor es que no había que pedir la legalización a ningún ministerio, sino a los homosexuales y lesbianas en general, a los currantes a las amas de casa, a las feministas, a las prostitutas y a los presos de Carabanchel. Es decir, no pedir la legalización a nadie: quienquiera que nos escuche y quien esté de acuerdo con lo que decimos, que nos apoye. Pero en cualquier caso exigimos el derecho a actuar legalmente, libremente, y nos solidarizamos plenamente con los compañeros catalanes del FAGC.»
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