- Llegan los 'retrosexuales'
- Un nuevo tipo de masculinidad, más enérgica, y que subraya aspectos como el alcohol y el sexo acapara la atención de editoriales y publicistas en EE UU
- El Diario Vasco, 2006-08-09 # Teresa Bouza
En el terreno editorial lo más caliente del verano estadounidense es fratire, una corriente literaria alta en testosterona que defiende los excesos alcohólicos y sexuales y que cuenta entre sus filas a personajes como Tucker Max, autor del superventas I Hope They Serve Beer in Hell (Espero que vendan cerveza en el infierno) y cuya página web ha superado ya los 200 millones de visitas.
George Ouzounian y su exitoso Alphabet of Manliness (Alfabeto de la Masculinidad) es otro de los integrantes del género, al igual que Frank Kelly y su The Modern Drunkard (El borracho moderno). En el más serio mundo académico, Harvey Mansfield, profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, sacó a la venta este año Manliness (Masculinidad), en el que invita al género masculino a reafirmar su poder e identidad. Mansfield sostiene que los hombres necesitan recuperar viejas virtudes, como la firmeza de carácter y la seguridad en sí mismos, y no tener miedo a hacer gala de ellas en público. El académico dice que la mayoría de mujeres prefieren ese tipo de actitud.
Para Rose Cameron, vicepresidenta de la agencia de publicidad Leo Burnett, el fenómeno demuestra la crisis de identidad masculina. Se trata de una crisis mundial, según la ejecutiva, quien señala que los estudios globales realizados por su agencia muestran tres patrones típicos de comportamiento masculino.
El primer grupo define su identidad en función de la mujer: «son los 'metrosexuales', hombres sensibles, a los que preocupa la moda y la estética. Una segunda categoría abarca a los que definen su identidad en función de un rol más amplio, como la familia y el trabajo. El tercer grupo, y el más ruidoso (los retrosexuales), se define directamente en oposición a la mujer». A ellos van dirigidos anuncios como Manthem, de Burger King, en el que el protagonista, un joven hambriento ofendido con la minúscula porción que le sirven en un restaurante, deja plantada a su horrorizada novia al grito de «óyeme rugir, soy un hombre». Pronto consigue lo que quiere: una Texas Double Whopper. Hamburguesa en mano, se echa a la calle, donde una legión de hombres lo acompañan armados con pancartas que proclaman su virilidad.
Cameron señala que el fenómeno recibe mucha atención pero insiste en que es una corriente minoritaria y asegura que lo que se ve cada vez más son hombres comprometidos con su familia que asumen tareas tradicionalmente asignadas a la mujer.
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