2006/12/28

> Erreportajea: Nazismoa > ALEMANIA: HIJOS DE LA VERGUERZA NAZI SE AGRUPAN EN LEBENSSPUREN

  • Hijos de la vergüenza
  • Los supervivientes de Lebensborn, experimento nazi para crear una raza aria superior, se han organizado para enfrentarse a su pasado
  • El País, 2006-12-28 # Juan Gómez · Berlín

Preguntado en 1976 sobre el erotismo de Los 120 días de Sodoma y El portero de noche, películas italianas ambientadas en el nacionalsocialismo, el filósofo francés Michel Foucault las descalificó definiéndolas como un producto de "la fantasía común de una enfermera y un criador de pollos". El granjero era Heinrich Himmler, diplomado en agricultura, esposo de una enfermera y principal arquitecto del Holocausto.


La manía nazi tenía método. Sus jerarcas, con Adolf Hitler a la cabeza, abanderaron una filosofía sencilla que dio con el nervio de la sociedad alemana y cuyo eje era la pertenencia a la nación germánica. Tras ganar las elecciones en 1933, lograron poner todas las instituciones del Estado al servicio de su doctrina, adoptada con entusiasmo por la mayoría de los alemanes al calor del rebaño ario que discriminaba por ley a las razas inferiores. Los enfermos, los minusválidos, los gitanos y, sobre todo, los judíos fueron declarados "enemigos ancestrales". Entre 1933 y 1945, Alemania dedicó un esfuerzo logístico descomunal a su asesinato sistemático. Desde la jefatura de la paramilitar Unidad de Protección (SS), Himmler impulsó además la asociación Lebensborn (Fuente de Vida), el envés de la política eugenésica que llevó a la cámara de gas a millones de personas.


Nació en 1935 como asociación dependiente de la SS para fomentar la "raza aria". Su cometido fue la erradicación del aborto mediante la disposición de maternidades en las que aquellas mujeres solteras que superaran estrictos controles "raciales" pudieran dar a luz en secreto a niños concebidos con hombres que cumplieran los mismos requisitos. Pasaban éstos por la demostración de una ascendencia aria y por la superación de un examen médico que certificara buena salud y rasgos que cumplieran la estética del hitlerismo.


Lebensborn abrió alrededor de 15 clínicas en Alemania, Bélgica, Francia y Noruega, en las que nacieron entre 8.000 y 20.000 niños con esta denominación de origen. Cinco orfanatos cobijaban a los niños abandonados y a aquellos con aspecto ario que las tropas alemanas secuestraban en los países vencidos durante el principio de la guerra. Niños de sangre inmaculada, destinados a participar en la futura Alemania triunfante que dominaría el mundo.


El tribunal de Núremberg, encargado de juzgar a los gerifaltes nazis tras la rendición alemana en 1945, encontró inocentes a los responsables del proyecto y consideró que Lebensborn fue "una institución caritativa" de la SS. El historiador Georg Lilienthal cree que fue un error. "Los jueces creyeron a la defensa y tomaron la decisión equivocada". No tuvieron en cuenta los secuestros, ni la patente colaboración de Lebensborn con otros crímenes de la SS.


La doctrina nazi postulaba que un matrimonio saludable debía tener al menos cuatro hijos. La SS no se conformaba con esto y recomendaba a sus hombres concebir hijos con mujeres "de buena sangre" fuera del matrimonio; cuantos más, mejor. Muchos de los niños de Lebensborn procedían de estas relaciones. Las mujeres solteras que daban a luz en sus maternidades eran animadas a volver, los padres pagaban cuotas para el mantenimiento de los niños. Buena parte de los miembros de la SS lo eran de la asociación.


A las leyendas que circulan sobre Lebensborn se suma, en muchos de los nacidos en el programa, la sospecha de descender de criminales implicados en el exterminio nazi. El sentimiento de culpa es una constante entre ellos.


En 2005 se agruparon en la asociación Lebensspuren (Huellas de Vida), presidida por Gisela Heidenreich. Esta psicóloga, que escribió la autobiografía El año infinito, expone las etapas de su experiencia con toda la viveza que le permite el teléfono: "Las historias de los niños de Lebensborn se parecen entre sí. Mi madre me mintió siempre porque éramos hijos de la vergüenza". Esta soledad le llevó a Heidenreich a buscar a otras personas con el mismo pasado. A instancias de Georg Lilienthal, varios niños de Lebensborn se reunieron en 2002, "en un antiguo psiquiátrico donde los nazis gasearon a 14.000 enfermos", recuerda Heidenreich; "allí estábamos los elegidos para ser élite, en el lugar donde se asesinaba a los rechazados".


De aquel intercambio nació la idea de organizarse. En 2005 surgió Huellas de Vida como grupo de apoyo mutuo. En noviembre salieron a la luz con metas implícitas en el nombre de la asociación. Por un lado "se refiere a la de sus miembros, que buscan las huellas de su propia vida" y a la vez alude a "las huellas que queremos dejar en el futuro", dice la directora. Los niños de Lebensborn asumen de este modo un compromiso ético para que "nunca se repita lo que sucedió entonces", añade.


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  • Entrevista: Guntram Weber
  • "Soy el último niño que apadrinó Himmler"
  • El País, 2006-12-28 # J.G. · Berlín

Junto al portero automático del edificio berlinés donde vive Guntram Weber, nacido en 1943, no aparece su nombre. El anfitrión espera en el rellano, junto a la entrada de la vivienda, ofrece té o café y se sienta en un salón de techos altos para acometer la entrevista. En ocasiones, su voz se endurece para reforzar las palabras. Cuando cuenta cómo descubrió que es ahijado de Heinrich Himmler.


Pregunta. ¿Quién era su madre?
Respuesta. Empiezo a conocerla ahora que lleva 20 años muerta. En vida sólo contó mentiras.


P. ¿Cómo la descubrieron?
R. Cuando mi hermana necesitó un certificado de nacimiento para casarse, supimos que era la hija ilegítima de un ingeniero del Ejército. Creemos que fue una historia corriente de amor que terminó en embarazo indeseado. Cuando mi madre acudió a Lebensborn para dar a luz a mi hermana sin que sus padres se enteraran, los responsables de la maternidad reconocieron en ella a una nacionalsocialista convencida y la reclutaron.


P. ¿En qué consistía?
R. Mi hermana conserva informes de la época sobre la buena disposición de mi madre para acatar las ideas del régimen. Estoy convencido de que ella creía en la necesidad de tener hijos para el Reich alemán.


P. ¿Cómo supo de su pasado?
R. Cuando me enteré del caso de mi hermana asumí que yo también procedía de Lebensborn. Recordé que mi madre tenía una caja que siempre cerraba con llave. La abrí por curiosidad y encontré una tacita de plata con dos inscripciones. En un lado estaba escrito: "Para Guntram Heinrich". Siempre me había llamado Guntram. En el otro lado: "De su padrino H. Himmler". Así descubrí que mi segundo nombre es el de Himmler.


P. ¿Se lo dijo a su madre?
R. No. Años después, antes de volver a EE UU, donde residí desde 1968, le pregunté por mi padre. Ella estaba enferma de cáncer. Me dijo que no quería hablar pero prometió que lo escribiría. Nunca lo hizo. Cuando volví a Alemania con mi hijo en 1985, mi madre había muerto. La última frase que me dirigió fue: "Probablemente, algún día me odiarás". Pensé que nunca sabría nada de mi padre. Se llevó su secreto a la tumba.


P. ¿Qué le movió a investigar?
R. Mi compañera me animó a enfrentarme con el pasado. Buscamos la lista de los ahijados de Himmler. Dimos con ella y descubrimos que los ahijados se dividían en los que recibían regalos regularmente y los que no. De esos ahijados de primera clase hubo 51. Yo soy el último que apadrinó.


P. ¿Cómo continuó?
R. Hace tres años y medio asistí a una reunión de antiguos niños de Lebensborn. Al escuchar sus relatos me di cuenta de que su historia era la mía. Me aconsejaron seguir ciertas vías y así encontré un expediente archivado en Baviera, una copia sacada en la antigua central de la asociación. Certifica que mi tutor legal era Lebensborn. Soy el niño L 343-34. Una carta anexa explica que el padre me reconoció.


P. ¿Decía su nombre?
R. No. Sólo que él pagaba con regularidad las cuotas que la asociación imponía a sus miembros. Fui ahijado de Himmler, recibí regalos como esta tacita o este candelabro, que mi madre encendía para mí en cada cumpleaños [en su base está grabada la doble runa de la SS]. Es evidente que mi padre perteneció la oficialidad de la SS.


P. ¿Ha visto algún documento?
R. No pierdo la esperanza. La SS destruyó muchos expedientes, pero estoy siguiendo pistas bien fundadas que conducen a Argentina. Sospecho que mi padre fue un alto oficial de la SS que escapó a Suramérica. Un criminal de guerra que vivió plácidamente hasta su muerte.


P. ¿Qué consecuencias ha tenido para usted esta búsqueda?
R. El amor por mi madre se resquebrajó. Ahora siento rabia, aunque debo decir que se esforzó en darnos una infancia feliz. Nos inculcó valores, como que la mentira es mala... El mayor conocimiento consuela a veces, pero también duele. Otro ejemplo: mi nombre es poco común. Nadie se llama Guntram, me encanta. Un día le pregunté a mi madre de dónde lo había sacado. Con una sonrisa, dijo que de un buen amigo. Mucho más tarde leí que el primer director de Lebensborn se llamaba Guntram. Fue oficial de la SS en el lugar más famoso de Alemania, [el campo de exterminio de] Auschwitz. Ya sabemos lo que hacían allí.


P. La prensa sensacionalista e incluso la televisión pública de Alemania hablaron hace unos meses de que los alemanes se extinguen porque tienen pocos hijos. ¿Qué le parece este tipo de debates?
R. Que se extingan los alemanes. Me da lo mismo. Mis valores son los contrarios. Me gusta vivir entre gente diversa.

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