2004/10/01

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  • Nuevos convites para los nuevos matrimonios
  • La Tribuna de Albacete, 2004-10-01 # Dimas Cuevas

Los propietarios de salones de bodas están de enhorabuena: con la apertura del matrimonio a los homosexuales y la creación del divorcio-express, el número de bodas se va a multiplicar, y con ello, claro, el de convites. Mira que si la culpa de todo la tiene el "lobby" hostelero...


Por pura estadística, los españolitos vamos a tocar cada uno a cuatro bodas y un funeral -el propio-, como en la película. Contraeremos dos o tres matrimonios con persona del sexo opuesto, seguidos de sus correspondientes divorcios fulgurantes ya sin necesidad de separación previa... y para terminar, tras salir del armario, la boda unisex con la que debe culminar toda trayectoria matrimonial que se precie. A los que ya llevamos unos cuantos años casados con la misma (doce cumplo yo hoy, sin ir más lejos) nos va a costar cumplir con la media; pero todo es empeñarse, y como en sólo tres meses se va uno a poder divorciar es fácil recuperar el tiempo perdido.


Dijo ayer la vicepresidenta Fernández de la Vogue que en España hay cuatro millones de homosexuales. Si quitamos a los muy viejos y a las muy viejas (que ya no tienen fuerza ni para dar ni para tomar) y a los menores de quince años que -con el permiso de Almodóvar- todavía no se plantean esas cosas, resulta que en este país el que no cojea, renquea: vamos, que si alguno no hemos salido aún del armario no es porque no estemos dentro, sino porque todavía no hemos encontrado la puerta. Yo no sé de dónde habrá sacado esta señora la cifra, pero de ser cierta, a la especie humana le queda un telediario; pero eso sí, para compensar, los salones de baquetes se van a forrar.


Aunque como no todo van a ser ventajas, el sector habrá de afrontar una seria reconversión. Para empezar, los menúes no pueden seguir basados, como hasta ahora, en langostinos y paletillas de cordero. Eso es muy ordinario. Las bodas de lesbianas tendrán que incluir diversas variedades de tortillas, y de postre bollitos con nata; y los convites para homosexuales serán a base de quimbos, perritos calientes y plátanos al horno.


El protocolo del bodorrio también va a verse alterado. Adiós, por ejemplo, a la costumbre de juntarse los hombres en una mitad de la mesa y las mujeres en la otra, para hablar los unos de fútbol y las otras de ropa: con ese balamío de sexos, y según las estadísticas de la vicepresidenta, la cosa acabaría en orgía, así que es mejor poner a los cónyuges al tresbolillo.


Lo más grave es qué va a pasar con la bonita costumbre de cortar la corbata del novio y las ligas de la novia para pasar la bandeja por las mesas. Si se casan dos mariquitas y uno es muy, pero que muy mariquita, igual no pone pegas a colocarse las ligas, pero puede que acabe haciendo un streptease por las escaleras; y por lo que respecta a las lesbianas, me da la impresión de que sólo se ponen corbata cuando no llevan nada debajo. Total, que siempre acaba la cosa en orgía.


Espero que, al menos, el gobierno nos declare "especie protegida" a los que no practicamos el plurimatrimonio homosexual; o como mínimo, que nos conceda ayudas para la cantidad de regalos de boda que vamos a tener que hacer.

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