2006/11/16

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  • Sorpresa
  • El Ideal, 2006-11-06 # José Javier Esparza
Lo pudimos ver la otra tarde en El diario de Patricia, Antena 3. Sentado, a examen, un simpático caballero, grande y redondo, con cara de buena persona, ese tipo de hombre al que uno le compraría un coche usado y, después, le invitaría a trasegar un vinillo. El argumento era el de siempre: ese hombre tiene pareja y ésta, la pareja, tiene algo importante que comunicarle. Aparece entonces la pareja: una señora rubia de dimensiones adecuadas a tal varón, quizás, eso sí, demasiado ceñida en la funda de su abundancia. El público del programa, bien aleccionado por el regidor del plató, recibe a la doña con gritos de sincera simpatía: '¡Olé! ¡Guapa!', en fin Por su parte, el hombre, siempre sentado, la mira con el arrobo de quien vive una nueva adolescencia. Pero en eso va la dama y expone su secreto: 'Soy transexual'. ¡Glub!

Sólo la estética del tebeo nos proporcionaría armas aptas para describir la situación de aquel caballero. Los ojos, fijos en la nada, giraban sobre sus órbitas. Una suerte de invisible color bermejo descendía desde la frente hacia el mentón. Las orejas expelían sendas columnas de humo. Un líquido indefinible manaba lentamente de la boca, abierta sin que ningún resorte, mecánico ni humano, pudiera volverla a cerrar.

El cuadro duró unos pocos segundos, apenas una viñeta. Haría falta no una columna, sino un libro, para intentar explorar el mundo que en ese instante se agitaba dentro del buen hombre. Después -viñeta siguiente-, el protagonista del lance balbucea: 'No me importa. Me da lo mismo'. Tensión. Intriga, Dolor de barriga. Y en eso va el público y, jubiloso, prorrumpe en emocionada y larga ovación. Fue como si un globo a punto de estallar se desinflara súbitamente. Un alivio sin límites se apoderó del caballero. Los ojos seguían girando en torno a la nada, pero el rubor del rostro se había desvanecido, el humo de las orejas desapareció e incluso el manantial bobo de la boca clausuró su fuente, sustituida por una sonrisilla comprometida y medrosa, ese tipo de mueca que, siempre en el tebeo, se dibuja no con una curva, sino con una ondulada.

Mientras la transexual mira a Patricia con el gesto de quien recibe una invitación del Príncipe Azul para visitar Disneyworld, el caballero se levanta para recibir la aclamación del respetable. No contento con ello, se dirige eufórico hacia Patricia, la cual desaparece bajo el abrazo continental de nuestro héroe. Asfixiada la presentadora, el héroe besa a la transexual. Final feliz.

Y ahora, dos preguntas: ¿Ese caballero actuó movido por su propia voluntad o por el imperativo de quedar bien delante del público? ¿Qué habría ocurrido si, en vez de responder 'me da igual', hubiera contestado 'pues la dejo, porque me ha engañado'? Pero esto sólo es un tebeo.

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