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• Italia, dividida ante el proyecto de Prodi de equiparar parejas de hecho y matrimonios
• ABC, 2006-12-09 # Verónica Becerril, Roma

Algo está cambiando en Italia. El gobierno de Romano Prodi anunció el pasado jueves que presentará, antes del 31 de enero de 2007, un proyecto de Ley para que se reconozcan a las parejas de hecho los mismos derechos que a las uniones matrimoniales. La decisión del gobierno de centroizquierda se alcanzó tras ser rechazada por el Senado una enmienda a la Ley de Presupuestos con la que se pretendía reconocer los mismos derechos a las uniones fuera del matrimonio.

El debate de la Ley de Presupuestos tenía en su orden del día el argumento de las tasas impuestas en las herencias. Por este motivo se presentó una enmienda para determinar si las parejas de hecho se atenían a las reglas establecidas para las familias tradicionales. Al ser rechazado este procedimiento, el gobierno se comprometió a legalizar esta situación, que en Italia afecta al tres por ciento de las familias: «Realizaremos un decreto ley que reconozca los derechos en materia fiscal y prerrogativas a las personas que forman parte de las uniones de hecho, sin definir la naturaleza y cualidad de sus uniones, ni el género de la pareja, ni su orientación sexual».

Aplazar la pelea

«La Unión -dijeron representantes de la derecha italiana- sólo ha aplazado la pelea hasta enero». Y así será, una pelea, porque los partidos de centroderecha y católicos ya han mostrado su negativa al proyecto del «profesor», y algunos sectores del ejecutivo de Prodi también han expresado su recelo, a pesar de que esta iniciativa se encontraba en el programa de gobierno creado y firmado por todos los partidos pertenecientes a la Unión. «La familia es la familia -recitó el ministro de Justicia, Clemente Mastella-. Una cosa son los cónyuges, y otra los que conviven. Ésta es mi opinión».

Desde el partido derechista Alianza Nacional, Altero Matteoli comentó que sobre esta polémica «la Unión ha escondido el polvo debajo de la alfombra». La sorpresa llega desde Forza Italia. Se sabía que rechazarían la enmienda, pero ante la propuesta de ley, la opinión cambia. «Se trata de un paso adelante para las parejas homosexuales -señaló Chiara Moroni-; también ellos tienen el derecho de poder elegir la naturaleza jurídica de su relación. Hay que garantizarles los derechos y los deberes como a todos los ciudadanos».

El periódico de los obispos, «Avvenire», publicó un comunicado en el que expresaba la satisfacción ante la negativa de aprobar una ley que regule la situación de las familias que conviven: «Es importante que se haya comprendido que no se puede intentar afirmar de forma jurídicamente aventurera la plena equiparación en materia de sucesión hereditaria entre los protagonistas de una forma cualquiera de convivencia y los miembros de la familia constitucionalmente definida».

Desde las asociaciones homosexuales en Italia, la postura del gobierno se ve con recelo. «Es una patata caliente que se pasan los unos a los otros», dijo Jose, un español casado con un italiano que ve en la medida una posible solución a la situación de vacío legal en la que se encuentran muchas «nuevas familias, pero será un proceso lento que esperemos llegue a buen puerto». Menos optimista fue el presidente honorífico de la asociación de homosexuales Arcigay, Franco Grillini, quien criticó que su coalición decidiese eliminar la enmienda y desconfió de que en enero pueda llegar el decreto ley.

Camino tortuoso
En un país marcado por una fuerte tradición católica, el reconocer a las parejas de hecho los mismos derechos que a las uniones formadas a través del matrimonio tradicional será un camino tortuoso. Pero a pesar de la dificultad a la que Prodi se enfrentará, algunos pequeños pasos ya se han dado. El mismo día en el que se debatía sobre la enmienda, el ayuntamiento de Padua aprobaba una reforma por la que se reconocen todos los derechos a las parejas de hecho. Pero no es la única ciudad italiana que adopta esta medida. En 1989, Florencia reconocía en el registro a las familias unidas por vínculos afectivos, por lo que ahora son más de diez mil las registradas en la ciudad. En 1999, Boloña tomaba la misma decisión, extendiéndose después a Turín y a Puglia.