- La austriaca secuestrada 8 años debía llamar "mi amo" a su captor
- La joven, retenida de los 10 a los 18 años, salía a veces del zulo con el hombre
- La policía interrogó en 1998 al desequilibrado pero no registró su casa
- El Periódico de Catalunya, 2006-08-25 # Gonzalo Cáceres, Berlín
La chica aprovechó el miércoles un descuido de Wolfgang Priklopil, un electricista de 44 años, para salir corriendo. El hombre le había encargado que pasase el aspirador a su coche en el jardín y, en aquel momento, recibió una llamada a su móvil. Para poder escuchar bien la voz de su interlocutor, Priklopil se apartó de la chica, momento que ella eligió para huir, según narró ayer el miembro de la policía judicial Gerhard Lang.Todavía sorprendidas por la reaparición de la muchacha, las autoridades revelaron que Natascha se refería a su secuestrador como un "criminal", pero se preguntaba por qué se había quitado la vida y se cuestionaba si era "culpable" de esa muerte.
Delgada y pálida
El padre de Natascha explicó ayer que la joven estaba muy delgada y pálida, además de tener diversas magulladuras por todo el cuerpo. "No quiero saber el origen de estos golpes", afirmó. Pese a todo, la chica está en buenas condiciones físicas, según explicó entre sollozos su madre. "Es increíble que todavía pueda razonar", añadió. Y es que la secuestrada había tenido acceso a los libros, tanto infantiles como para adultos, según la policía. Wolfgang Priklopil se había encargado de educarla. La primera agente que tomó declaración a la víctima tras recuperar la libertad se mostró sorprendida de la "inteligencia" y del "amplio vocabulario" que tenía.
El secuestrador, que también obligaba a Natascha a llamarle "señor", habría llevado de paseo a la chica en ocasiones anteriores. También habrían ido juntos a comprar al supermercado y hasta de vacaciones. No obstante, la excesiva dependencia que tenía de su captor podría haber provocado que la chica se mantuviese junto a él a pesar de haber tenido alguna posibilidad de huir. Todo apunta a que su carcelero le prohibió que, en aquellas ocasiones, hablase con nadie.
El captor fué interrogado
Pero finalmente la joven decidió escaparse de la vivienda situada en la localidad de Strasshof, al norte de Viena. Tras 3.097 días secuestrada, la chica se presentó a una mujer diciéndole quién era. La vecina avisó a la policía después de que la muchacha le contase que había vivido los últimos ocho años encerrada en un sótano. Natascha había desaparecido el 2 de marzo de 1998, cuando se dirigía desde su casa a una cercana escuela de Viena.
Según un testigo del secuestro, un hombre la metió a la fuerza en un furgón y luego se dio a la fuga. El acto criminal dio lugar entonces a la mayor búsqueda policial de la historia de Austria. Las pesquisas incluyeron el interrogatorio de 1.000 dueños de vehículos de las características señaladas por ese testimonio, incluido Priklopil.
La policía vienesa confió en la declaración del hombre, que les aseguró que era inocente, y no registró su vivienda. En esa casa, ubicada en el número 60 de la calle de Heinestra, en el sector de Gänserndorf de Viena, Priklopil escondió a la pequeña, sin que nadie se enterase de nada. Ni tan solo la madre del secuestrador, que lo visitaba con cierta regularidad.
Este mantenía a Natascha encerrada en un zulo de tres metros por cuatro ubicado debajo de la fosa de un garaje accesible solo a través un hueco de 50 centímetros por 50 centímetros que Priklopil cerraba con un sofisticado sistema electrónico. En ese infierno vivió Natascha su largo cautiverio y, como pasa en algunos casos, según los expertos, la niña desarrolló el síndrome de Estocolmo, que se expresa en muestras de simpatía y aprecio por el captor. Él había respondido a ese afecto con la instalación de una estantería con libros y proporcionando a la chica una radio y una televisión.
Explosivos en casa
La casa donde Natascha vivió su terrible calvario permanece cercada por la policía, que también trata de aclarar si la menor fue víctima de abusos sexuales. El trabajo de la policía no ha resultado nada fácil. Incluso utilizaron un equipo de expertos en bombas, ya que el secuestrador había dicho a Natascha que había "instalado explosivos por toda la casa".
Pero fue una falsa alarma. En cambio, sí se descubrió que tenía un sofisticado sistema de alarma y cámaras de video instaladas en los rincones más increíbles. A pesar de ello y con el transcurso del tiempo, Priklopil fue adquiriendo confianza.
La menor tenía en su poder el pasaporte que llevaba consigo el día del secuestro. El caso de Natascha ha desatado recelos sobre la efectividad de la policía austriaca. Además, en el país hay unas 800 personas que se encuentran desaparecidas y entre 180 y 200 son menores de edad.
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