- Géneros
- El País, 2006-10-16 # Eduardo Mendoza
Recientemente se ha unido a lo dicho otra proposición más avanzada. El binomio genérico, masculino y femenino, señora Fulana, señor Perengano, presupone y sanciona una dualidad que deja fuera otras opciones. No sólo está el caso de los transexuales, que sería fácil, puesto que ellos mismos se han adaptado físicamente a la disyuntiva gramatical, sino otros, en los que el sujeto ha optado por vivir en un estado intermedio. Hombres encerrados en cuerpos de mujer o viceversa, y varias combinaciones, sencillas de enunciado, pero de mal llevar. En una ocasión leí algo sobre la lucha de un hombre, a quien gustaban las mujeres pero se sentía mujer, para que los psicólogos le autorizasen a cambiar de sexo y ser una lesbiana físicamente adaptada a su condición biológica y emocional. Ignoro en qué acabó el asunto. Lo que cuenta es que también en este terreno la escala de grises es muy amplia. Los avances científicos no sólo posibilitan estas permutaciones, sino que las explican y, al hacerlo, las incorporan al mundo de la normalidad. Aunque a la sociedad y al lenguaje les cueste aceptarlas. O se suprime el tratamiento de cortesía, o se inventan nuevos modelos. Un trabajo difícil, pero no para Supermán, sino para la Real Academia, a la que paso con cariño esta patata caliente.
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