2006/09/28

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  • ¿Hermanas o parejas de hecho?
  • Es cada vez mayor el número de los países que han suprimido el impuesto de sucesiones
  • La Gaceta de los Negocios, 2006-09-28 # Francisco Cabrillo · Catedrático de Economía
Es cada vez mayor el número de los países que han suprimido el impuesto de sucesiones o que han reducido este tipo de tributación de forma sustancial. En España son ya varias las comunidades autónomas las que están legislando en este sentido; y es de esperar que su ejemplo sea pronto imitado por otras.

La razón principal por la que estas reformas fiscales se están llevando a cabo es la conciencia de que el impuesto de sucesiones es un tributo ineficiente e injusto y de que no contribuye a redistribuir la riqueza de forma significativa, ya que las personas de patrimonios más elevados tienen medios legales para eludir parcialmente su pago.

Pero resulta, además, que se trata de un impuesto cuya aplicación tiene efectos que resultan contradictorios con algunos de los objetivos para los que fue creado. El más llamativo es, sin duda, la discriminación que suele aplicarse a favor de los parientes más próximos, al pagarse tipos de gravamen más elevados a medida que nos alejamos de la estructura básica de la familia: el matrimonio y los hijos. Como es bien sabido, personas con grados de parentesco más alejados y herederos sin parentesco alguno deben pagar al Estado un porcentaje bastante mayor del valor de los bienes recibidos. Este principio tiene, sin duda, sentido en cuanto significa un apoyo a la institución familiar. Pero resulta contradictorio con el objetivo declarado del impuesto de evitar que, a través de la herencia, se acentúe la desigualdad en la distribución de la riqueza

Una segunda regulación con poco sentido es aquella que favorece a determinados tipos de relaciones mientras perjudica a otras. El primer grupo está formado por las parejas de hecho y las uniones homosexuales, a las que con habitualidad se aplica ya el mismo tratamiento fiscal que a los matrimonios, sea por el reconocimiento del matrimonio homosexual, sea por la equiparación de las parejas de hecho con las formadas por quienes se han casado según la ley. Y resulta además que si yo puedo casarme o cohabitar con el vecino de enfrente, no puedo, en cambio, hacerlo con mi hermano y que tal cohabitación tenga efectos legales. Esta limitación no tiene, sin embargo, sentido ya que, si se dejan de lado los principios básicos del matrimonio heterosexual, no hay razón alguna para que a un hombre se le prohíba casarse con su hermano, dado que no parece que en ninguno de los casos vayan a tener hijos. Pero el tratamiento fiscal de la herencia es diferente en cada caso; y el hermano que convive con el testador resulta a menudo perjudicado frente a una posible pareja de hecho.

El diario El Mundo publicaba hace unos días un curioso reportaje sobre Joyce y Sybil Burden, dos ancianas hermanas británicas de 80 y 88 años que viven juntas desde hace mucho tiempo. Cada una es la auténtica familia de la otra. Y tienen muy claro que la que sobreviva será la heredera de su hermana. Nada más natural. Pero parece que las señoras Burden han consultado a un asesor fiscal, que les hecho algunos números y les ha dicho que la cifra a pagar en concepto de impuesto de sucesiones será bastante alta; pero les ha comentado también que si, en vez de ser hermanas, fueran una pareja de lesbianas, la superviviente pagaría bastante menos dinero a hacienda.

Las buenas señoras debieron quedar perplejas en un primer momento. Pero, más tarde, montaron en cólera; y, con toda la razón del mundo, han llevado al Gobierno británico ante el Tribunal de Estrasburgo, con el argumento de que la discriminación que sufren por ser hermanas y no poder acogerse a los beneficios que la ley establece para las parejas de hecho es inaceptable.

No sabemos qué dirán los jueces en un caso que refleja una situación que puede darse con cierta frecuencia en el futuro ante el creciente número tanto de parejas de hecho como de personas que no tienen hijos. Pero la incoherencia de un derecho de familia y unas normas fiscales que han abandonado los principios que han inspirado la evolución del derecho a lo largo de los siglos ha quedado patente. La supresión del impuesto de sucesiones no evitaría lo absurdo de la situación…pero ayudaría a resolver el problema.

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