2006/11/21

> Erreportajea: Indarkeria > VICTIMAS DE ABUSOS SEXUALES EN LA INFANCIA

  • Testimonio de una víctima de Donostia
  • «Mi hermano me robó la infancia con sus abusos sexuales»
  • Un donostiarra de 25 años relata el calvario que vivió durante su infancia y de cuyas secuelas trata de curarse con la ayuda de psiquiatras.
  • El Diario Vasco, 2006-11-21 # Juanma Velasco
Desde hace un año se medica por prescripción del psiquiatra que le trata y sigue terapias en la consulta de un psicólogo. Apenas duerme por las noches, sufre depresiones, roza la anorexia.... El siguiente testimonio es el de un donostiarra de 25 años que relata los abusos sexuales a los que fue sometido durante años por uno de sus hermanos. «A mí me han robado la infancia», asegura.

- ¿A qué edad empezó a ocurrir?
- No lo recuerdo exactamente. A partir de los seis o siete años y duró hasta que cumplí los catorce.

- ¿Dónde ocurrían esos abusos?
- Solían ser en casa, en los lugares de veraneo, en los momentos en los que mis padres no estaban. Compartíamos habitación y él aprovechaba momentos en que estábamos solos para abusar de mi. Primero tocamientos, luego penetraciones, felaciones... Al final, los abusos no sólo se limitaban a lo sexual: me insultaba, me humillaba, se reía de mí.

- ¿Cuando ocurría, era consciente de que aquello no estaba bien?

- Crecí con los abusos. Soy el pequeño de los hermanos y me daba cuenta de que unos hermanos me querían de forma diferente al hermano que abusaba de mi. Esa forma de querer me hacía sentir mal, me agobiaba, me encerraba...

- Y siguieron hasta los catorce años...

- Una de las secuelas de los abusos es que sufro amnesia, aunque tengo ciertos recuerdos muy explícitos, por eso puedo asegurar que me violaron. Son años de mi vida borrados, completamente en blanco. Ahí están las fobias, los miedos, los terrores... Por ejemplo, una de mis secuelas es que no sé decir que no. No me puedo oponer y menos contra lo que es la familia. No puedo decir que no, me digan lo que me digan.

- ¿Cuándo cesaron los abusos?
- Él siempre lo presentaba como un juego. Un día, con 14 años encontré el valor para decirle «no voy a jugar a tu juego». No sé porqué ni cómo lo hice, ni si lo volvería a hacer, pero esa vez le dije que no. Pararon los abusos sexuales, pero siguió con su abuso de poder. Yo tenía catorce años y él iba a cumplir diecinueve.

- ¿Cómo se sintió ese día?
- Me costó mucho dormir por la noche. Recuerdo que me dí la vuelta en mi cama con una sensación un poco placentera y me dije: he parado esto que me hace sentir mal, que me hace sentir culpable... No sé qué es lo que me hacía o me decía, pero ese sentimiento de culpabilidad lo tenía desde muy pequeño. Era algo que me hacía sufrir y que encima tenía que llevar en silencio porque no se lo podía decir a nadie.

- De niño, ¿cómo afectaba a su día a día?
- Siempre me recuerdo solo en el patio del colegio. Con mi bocadillo y dando vueltas alrededor del patio. O en una esquina arrodillado, mirando al resto de niños jugar.

- ¿Tenía amigos?
- No, además me sentía diferente a ellos porque, mirándolo con la mentalidad que tengo ahora, de ser un niño me convirtieron de repente en un adulto. Desde que comencé a sufrir los abusos, me veía diferente al resto de los niños. No podía disfrutar de juegos típicos. Me aburrían. Siempre buscaba estar solo. Me volví muy introvertido. Me afectó bastante. Incluso hoy no me sé relacionar. Si alguien viene y me habla, no hay problema, pero es difícil que yo me acerque a hablar con nadie.

- ¿Cuándo reveló a alguien lo que había sufrido?
- Fue hace tres años. Se lo conté a la que entonces era mi amiga y ahora es mi pareja. Siempre he tenido la conciencia de sentirme culpable por aquello. Pensaba: «yo no puedo contar esto a mi ama o a mi aita porque no me van a creer, me van a decir que yo lo he buscado, que es culpa mía...». Eso fue jugando en contra de mí, pero para la familia todo era estupendo de cara a la galería.

- ¿Y a su familia cuándo se lo contó?
- Fue en dos etapas. Estando en casa de mis padres, yo estaba pasando una temporada muy mala. Estaba deprimido, no comía, me mantenía a base de tabaco y coca cola... Estaba desbordado y una mañana le dije a mi madre que mi hermano había abusado de mí cuando yo era pequeño. Su reacción fue la de insultar a mi hermano sin que el estuviera presente, pero poco más. Mi hermano vivía con nosotros y, aunque los abusos habían cesado, yo sentía miedo de estar a solas con él y de que pudiera volver a suceder. No se volvió a hablar del tema.

- Posteriormente se fue a vivir con su novia...
- El año pasado volví para contarle a toda la familia lo que había pasado. Hablé primero con uno de mis hermanos y le dije que no me podía callar más tiempo. Se prestaron a ayudarme a enfrentarme a mis padres y al abusador. Al principio me acompañaron, pero luego me dieron las espalda, como mis padres. El día que se lo conté a mis padres me quedé a dormir allí y pasé una noche en la cama en posición fetal, con ataques de pánico y ansiedad. Al día siguiente, volví a hablar de ello con mi madre. Yo estaba tiritando, lloraba y mi madre apenas se inmutó. Ni me abrazó. Me dijo que si denunciaba a mi hermano le tenía que avisar porque el abusador también es su hijo. Le respondí: ¿Y yo qué soy?

- ¿Cuál es la relación actual con sus padres?
- Cero. Desde que dejé la casa aquel día, no he vuelto a tener relación. Les mandé una carta de veinte folios escrita a mano donde relato todo. Allí recuerdo la ocasión en la que mi madre abrió la puerta de mi habitación y me encontró con los calzoncillos bajados en compañía de mi hermano. Ella preguntó entonces a mi hermano qué ocurría y él respondió que se me habían caído los calzoncillos. Cerró la puerta y se fue. Durante años he estado esperando que ella volviera a abrir esa puerta y me sacara de esa situación. Pero esa puerta nunca se abrió. Yo me quedé dentro y lo abusos siguieron.

- ¿Qué tipo de terapia sigue?
- Llevo un año con un psiquiatra que me medica y una psicóloga con la que sigo una terapia individual. Voy dando pequeños pasos, pero es algo que va lento.

- ¿Piensa en denunciarlo?
- Sí. Lo que me ocurrió es denunciable ante la Justicia, porque estos casos prescriben doce años después de que la víctima cumpla la mayoría de edad. Yo me he dado cuenta bastante joven de lo que me pasó y tengo por delante un tiempo para hacerme fuerte y enfrentarme a un juicio.

- ¿Qué secuelas tiene?
- Todo. La noche es lo peor. No puedo dormir solo, duermo muy poco, tengo pesadillas... Me tengo que levantar y tomarme una tila o algo que me calme, a pesar de la medicación. Tengo depresión, no sé decir que no, tengo miedo a la gente, me quedé con 46 kilos y rocé la anorexia. He conseguido, gracias los médicos y a mi novia, llegar a 52 kilos. Tengo ansiedad, pánico en cuanto tengo algún problema... Me han robado la infancia y con ello, lo que va hasta la vida adulta. La mía es una vida truncada.

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  • Víctimas de abusos crean una asociación de ayuda en Gipuzkoa
  • El Diario vasco, 2006-11-21 # Juanma Velasco, DV, San Sebastián
Los datos son demoledores. En España, el 23% de las niñas y el 15% de los niños están sometidos a algún tipo de abuso sexual, según las estadísticas de Félix López Sánchez, catedrático de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca. Esta realidad tampoco escapa a Gipuzkoa. Aquí, un grupo de víctimas de abusos sexuales y de familiares de estos ha creado la asociación Gipuzkoako Abusu Sexualak Jasandakoen Elkartea (Gasje) con el objetivo de sensibilizar a la población y prestar apoyo a los afectados. «Está abierta a todo el mundo porque, si nos fijamos en las estadísticas, es raro que no se conozca a alguien que la haya sufrido», afirma Ainhoa, andoaindarra de 34 años, una de las fundadoras del colectivo.

Según los datos que manejan en la asociación, el 70% de los abusos tienen lugar en el entorno familiar, aunque también se pueden dar en lugares como el colegio. En los casos más graves, «son personas que durante muchos años son violadas por un familiar o alguien muy cercano: el padre, un hermano, el padrino, un amigo de la familia... Hay abusos que empiezan a los tres años y terminan a los catorce», afirma Soledad Ramírez, miembro de la asociación y familiar de una persona que sufrió abusos en la infancia.

En la mayoría de los casos, el agresor es un hombre. «El abusador lo planea. Sabe de quién tiene que abusar. No se va a fijar en un niño rebelde. Intenta caer bien a la familia para poder acercarse al niño, luego se gana su confianza e intenta hacerlo de forma cautelosa para que el niño no se cierre. Le hace creer que es alguien especial para él y lo aísla de los demás. Luego empiezan los engaños, las amenazas, el 'no se lo digas a tu madre que te pego'...», añade Ainhoa.

Un niño que sufre abusos sexuales tiende a «aislarse, se arrincona, se vuelve inseguro, solitario e introvertido». Pasado el tiempo, ya de adulto, en muchos casos sufre «una amnesia» involuntaria que le lleva a olvidar todo aquello. «Cuando se ha sido violado a los tres años, uno puede no acordarse de mayor. Tiene que pasar algo para que eso explote, un detonante, una depresión, que le haga recordar a alguien que fue abusado o que un psicólogo lo descubra», afirma Soledad Ramírez.

Secuelas
Las secuelas de este tipo de abusos son «impresionantes». Desde miedos nocturnos, dormir en posición fetal, no poderse acercar a los niños, problemas sexuales, intentos de suicidio... Y hay gente que «lo ha descubierto con más de cuarenta años. Es un trauma muy duro».

El momento de desvelar lo que había sido un secreto también genera crisis. «Se actúa siempre igual. Cuando la víctima lo cuenta, la familia reacciona diciendo que no es verdad. Dan la espalda porque es mejor que se resquebraje una parte de la familia que eres tú a que se resquebraje toda la familia. Incluso, aunque la madre haya visto en un momento determinado al padre abusando, y lo sabe, lo calla y sigue apoyando al agresor», añade.

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  • Entidades de ayuda
  • Gipuzkoa: Gasje. Gipuzkoako Abusu Sexualak Jasandakoen Elkartea. De momento no tienen sede fija, pero se reúnen en el CRAJ. Paseo de Anoeta, 28, de Donostia. 900 110112.
  • Vizcaya: Avasi. Asociación Ayuda a las Víctimas de Abusos Sexuales en la Infancia. 619025580. www.avasibilbao.org
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