2006/06/11

> Elkarrizketa: FERNANDO GRANDE-MARLASKA > LA DEL MATRIMONIO HOMOSEXUAL ES UNA LEY PEDAGOGICA

  • Fernando Grande-Marlaska
  • En el ojo del huracán
  • Este vasco fibroso y trabajador es el nuevo juez estrella de la Audiencia Nacional, pero él huye de las entrevistas. Hace una excepción para proclamar su apuesta por una España tolerante, moderna y en paz, donde poder decir libremente que es vasco y español, y que está casado con Gorka
  • El País Semanal, 2006-06-11 # Rosa Montero
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Debe de ser difícil.
Las dos primeras semanas lo de la escolta es muy duro. Es como no saber moverte, como tener que llevar muletas cuando no las sabes manejar, te haces un lío mental. Los primeros días no sabes si tienes que ir al lado de ellos, si tienes que hablar con ellos, si puedes ir a tu aire y ellos van detrás… Las primeras semanas te dices, ¿pero qué es esto? Y te sientes un inútil. Pero luego ya lo normalizas y lo asumes. E incluso intentas sacar lo positivo de la situación, porque también tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, yo antes tenía la responsabilidad de sacar a la perra por lo menos el 50% de las veces, y ahora es Gorka quien está empleado en sacar a Cira por las mañanas, a mediodía y por la noche, y te aseguro que muchas veces se agradece no tener que ponerte un jersey y un pantalón y el chubasquero cuando está diluviando y salir a la calle, eso se agradece muchísimo. Y a veces incluso juegas con eso: oye Fernando, ¿no podrías sacarla? Ah, no, no, no, ya sabes, son normas de seguridad.


Gorka es su marido.
Exacto.

Como en todo cambio social, la normalización de las palabras viene después. Hoy día ya no choca absolutamente nada que una pareja de homosexuales se llamen novio el uno al otro, pero la palabra marido todavía resulta rara. ¿Ustedes la utilizan entre sí?
Intentamos utilizar la palabra marido, sí, porque en eso somos peleones, y aunque las palabras a veces son tontas, en otros casos resultan muy significativas. Y ahora peleamos por utilizar la palabra marido tanto uno como el otro. Pero lo que ocurre es que muchas veces no nos sale, porque llevamos viviendo juntos nueve años y nos casamos el pasado mes de octubre, y antes siempre decíamos mi novio o mi pareja, y a menudo nos sigue saliendo así.

¿Por qué cree que ha habido tan pocos matrimonios homosexuales desde la promulgación de la ley?
Ha habido pocos matrimonios porque casarse es la salida del armario definitiva. Casi todo el mundo conoce a esas típicas parejas de dos hombres o dos mujeres que viven juntos, que simplemente parece que comparten piso pero que es evidente que lo que comparten es una vida afectiva en común. Pero la sociedad ha sido muy cruel, no ha sido fácil, y la manera de esconder eso ha sido así, diciendo que son amigos que conviven. Nosotros, Gorka y yo, nunca hemos ocultado nuestra relación, sin hacer proselitismo ni exhibicionismo siempre lo hemos llevado normalmente, como cualquier pareja heterosexual. Es decir, si vivo con mi pareja, es mi pareja y no mi compañero de piso. Pero hay muchos que nunca han dado el paso de manifestarlo a sus vecinos y a veces ni a sus amigos, aunque todo el mundo lo sospeche, pero es algo que ellos no dicen abiertamente, por ese miedo al rechazo, a la incomprensión. Y creo que muchas de estas personas ahora no se atreven a casarse, porque sería como tener que admitir que han estado engañando a todos durante este tiempo. Me parece que a muchos les da la sensación de que tendrían que explicarle a un montón de gente por qué no lo habían dicho antes. Y quizá muchas de esas parejas estén ahora haciendo la reflexión y digiriéndolo.

En realidad es una ley con un valor pedagógico.
En efecto, es una ley pedagógica para los de ahora, para esas parejas a las que antes nos referíamos, y sobre todo para los que vienen detrás. Que las nuevas generaciones vean ese modelo de vida como algo normalizado. Que los chavales vean que los vecinos de enfrente son un matrimonio y no pasa nada. De manera que si luego hay un chico que siente algo así, que no piense: soy el rarito, soy el extraño. Ya me hubiera gustado a mí ver matrimonios homosexuales cuando tenía 17 o 18 años, seguro que me hubiera ayudado.

Porque también usted tuvo problemas…
No es que haya tenido problemas importantes pero sí, claro que los tuve, y he perdido años de mi vida… Mira, en mi familia somos una verdadera piña. Mi padre, que era funcionario del Ayuntamiento de Bilbao, murió cuando yo tenía 21 años, y mis dos hermanas y mi madre siempre estuvimos muy unidos. Cuando conocí a Gorka, al mes decidimos vivir juntos. Y entonces pensé que tenía que decírselo a mi madre. En ese momento yo ya lo había manifestado en el trabajo, ante los amigos, ante mis hermanas… Sólo faltaba mi madre. Y el 3 de febrero de 1998, son días que no se te olvidan, fui a comer a su casa y después en el café se lo dije. Y mi madre en un primer momento no lo aceptó. Pero yo creo que si mi madre no lo aceptó en un primer momento no fue por ella…

Sino por miedo al rechazo social.
Eso es, por miedo a lo que diría la gente. Ella ha sido siempre una persona muy luchadora, ha trabajado siempre muchísimo por todos nosotros, para que pudiéramos estudiar carrera. Mi madre es una persona conservadora pero muy feminista en este sentido, porque siempre ha tenido su independencia. Tenía un taller de costura, era modista. Y trabajó un montón, y todo por nosotros. Quizá es por eso por lo que yo he aprendido a valorar el esfuerzo, como antes te decía… Y se sacó el carnet de conducir a los 50 años, y ahora tiene 84 y está jubilada, pero hasta el año pasado iba a la universidad a hacer cursos de literatura… Es una mujer muy activa, pero no lo aceptó. Y entonces la vida nos separó un tiempo. Por ejemplo, como no invitaban a Gorka a la cena de Navidad, yo dejé de ir. Estas cosas enrarecieron la relación familiar durante algunos años. Hasta que en 2004 la cosa se normalizó completamente. Pero hubo esa distancia de algunos años en una familia que se quiere mucho. Son peajes que se pagan.

¿Y cuándo le dijo a su madre que se casaba?
Pues pensaba decírselo antes de la boda, pero luego no pude por diversas circunstancias. Fue una boda muy simple, sin celebración, y después nos fuimos una semana de viaje… Yo temía que mi matrimonio le incomodara un poco, porque la familia de mi madre no sabía nada y ella se iba a ver obligada a explicarse. De modo que al volver del viaje me fui a Bilbao para contárselo. Pero estábamos todo el rato rodeados de familia y no veía el momento. Hasta que al final llevé a mi madre en coche y aproveché la ocasión. Llovía torrencialmente y pensé, lo mismo tenemos un accidente, porque como reaccione mal… Tengo que contarte que ya he regularizado mi situación con Gorka, le dije, conduciendo y mirando para adelante. ¿Sabes cuál fue la contestación de ella?

Me lo esperaba.
Exacto. Me lo esperaba. Con esa tranquilidad y esa dignidad.

Oyéndole, me doy cuenta de lo mucho que cuesta todo.
Sí, llegar a ese punto no es nada barato. Y lo malo es que hay gente en situaciones verdaderamente duras. Si te soy sincero, es por eso por lo que me he decidido a dar esta entrevista. Porque yo no me siento modelo de nadie, pero hay muchos chavales que viven en pequeños pueblos y que lo tienen muy difícil. Y con esto puede que se digan, mira, ese tío del que hablan tanto los periódicos también es así, entonces lo mío no será tan raro, no será tan malo. Y no es que al día siguiente lo vayan a tener más fácil, pero creo que por lo menos se van a sentir un poquito mejor.

Decían que tenía usted un poco escandalizados a los compañeros más reaccionarios de la Audiencia.
No es verdad. En realidad sucede todo lo contrario. Me siento una persona muy querida en la Audiencia Nacional. Casi me apabulla lo mucho que me quieren y lo mucho que me respetan.

Será también porque dicen que usted es muy educado, muy amable, que jamás grita a un subordinado… Desde luego no parece usted de esos que dan puñetazos en las mesas.
No creas, alguna vez sí que he dado un puñetazo. Pero no porque estuviera enfadado con una persona, sino por impotencia ante una situación.


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