- Simiótica y gen-ética
- El llamado Proyecto Gran Simio, que pretende equiparar en derechos a algunos primates con los humanos, ha suscitado una polémica intelectual. El autor de este artículo ironiza sobre esta propuesta y señala, entre otras cosas, que "considerar a las personas como animales no es más que la otra cara de considerar a los animales como personas".
- El País, Babelia gehigarria, 2006-06-10 # José Luis Pardo
1. "La idea es radical pero sencilla: incluir a los antropoides no humanos en una comunidad de iguales, al otorgarles la protección moral y legal de la que, actualmente solo gozan los seres humanos". Ciertamente, faltan una coma y un acento, pero créanme si les digo que muchos antropoides humanos tampoco saben poner comas correctamente. También hay una afirmación excesiva: que los seres humanos (todos) gozan de protección moral y legal. Más quisieran algunos. Desde luego, es cierto que la idea es sencilla (¿demasiado?).
2. También se explica que la asociación está "en contra de la irracionalidad negación de derechos fundamentales a seres que no son miembros de nuestra propia especie, pero que evidentemente poseen muchas características que consideramos moralmente importantes". Sí, hay una incorrección sintáctica, pero puesto que nosotros, y no ellos, somos los irracionales, vayan ustedes a saber si la sintaxis no es también un aparato de irracional dominación. Los asociados se oponen, como ustedes pueden ver, a que sea la pertenencia a la misma especie animal lo que sustente nuestros derechos. Yo también. La verdad es que yo hasta ahora aplicaba este razonamiento a algunos colegas, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos y hasta familiares a quienes no me atrevía a excluir de los derechos humanos a pesar de tener bastantes pruebas de que la denominación de "antropoides humanos" les viene demasiado estrecha. Se trataría, pues, de abandonar ese -nunca mejor dicho- especioso criterio y atenernos a las "características morales". De éstas, parece que los grandes simios poseerían "muchas" importantes. Sería interesante saber si entre ellas consta la de poder ser tenidos (y tenerse a sí mismos) por buenos o malos, virtuosos o viciosos, porque mucho me temo que éste sea el rasgo fundacional del campo de lo ético y, aunque pudiera dar la impresión de que yo tengo alguna animadversión hacia los animales, no llega en ningún caso a tanto como para hacerles la faena (que además considero un error categorial) de evaluar su conducta en términos morales.
3. Por lo demás, la asociación declara su voluntad de "trabajar por la supresión de la categoría de 'propiedad' que ahora tienen los antropoides no humanos y por la inclusión inmediata en la categoría de personas". Para que vean ustedes que se trata de una asociación progresista (están en contra de la propiedad privada): hacen exactamente lo contrario que los nazis; estos últimos querían excluir a algunos hombres de la categoría de personas y colocarlos en la de animales, mientras que nuestros amigos, al revés, desean incluir a algunos animales (algún día me explicarán por qué no a todos) en la categoría de personas. Si se les hubiera hecho caso, el exterminio de los lager no habría sido posible (pues incluso los antropoides no humanos habrían tenido derechos respetables). Claro que, entonces, a lo peor tampoco había sido necesario, porque el resultado de ambas operaciones no parece diferir en lo esencial: considerar a las personas como animales no es más que la otra cara de considerar a los animales como personas. ¡Cuánto daño has hecho, Walt Disney!
4. Sepan que se trata de una "organización que toma a la sociedad anti-esclavista como su modelo". El razonamiento es implacable: si antes lo hicimos con las mujeres y con los negros, ahora debemos hacerlo con los animales. Supongo que tanto las mujeres como los negros sentirán una especial elevación de su dignidad al escuchar esta declaración. Por eso les decía hace un momento que a veces se puede conseguir el mismo resultado (infamante) usando métodos literalmente inversos.
5. En todo caso, como a estas alturas ya estarán ustedes deseosos de conocer las bases científicas de esta asociación, tienen derecho a compartir sus argumentos: el decisivo es que "el gran parentesco que tienen estos animales con el hombre es enorme. Compartimos el 98,4% de los genes con los chimpancés, el 97,7% con los gorilas y el 96,4% con los orangutanes. Es un parentesco similar al que tienen otras especies que a simple vista no se distinguen. La diferencia genética es menor que la existente entre especies de un mismo género y familia". De nuevo hay un desliz gramatical: "el gran parentesco es enorme" (el pequeño parentesco será, sin duda, más chiquitín). Pero no nos pongamos puntillosos porque la idea está clara, y yo creo que incluso maquillan la estadística para no escandalizarnos: apostaría a que una prueba masiva de ADN en ciertos colectivos de nuestra llamada comunidad moral descubriría bastantes orangutanes, gorilas y chimpancés agazapados en la engañosa semejanza visual (ésta es la razón por la que yo me resistiré tanto como pueda a que me hagan estas pruebas). Y si la semejanza genética es la base sobre la que se sostiene la comunidad moral (el reconocimiento de derechos), entonces es indiscutible que habrá que exigir pruebas genéticas para admitir y excluir a cada aspirante a formar parte de la misma y que los resultados arrojarán una jerarquía en la dignidad moral (no podemos tratar igual a quienes se nos parecen en un 98,4% que a quienes solamente tienen en común con nosotros un más modesto 96,4%) que será jurídica, política y económicamente edificante. Sobre el nombre que merece la "filosofía" que deduce los derechos a partir del código genético no es preciso extenderse.
6. De todos modos, también tiene este grupo argumentos para los culturalistas (¡qué poco confían en su base científica!), como el de que los simios pueden aprender algunos signos del lenguaje de los sordomudos: "Se han hecho descubrimientos sorprendentes; como demostrar que tienen su propia cultura". (¡Pobres nacionalistas! No hacía falta ser tan crueles con ellos después de haber insultado a los negros, a las mujeres y a los sordomudos; este descubrimiento será, en efecto, sorprendente para quienes crean que esto de tener una cultura propia es como haber encontrado una mina de oro de la que manan derechos del mismo modo que el agua se transformaba milagrosamente en vino en las bodas de Canán; también los mafiosos tienen su propia cultura, y sin embargo algunos jueces se resisten empecinadamente a justificar por ello su derecho a la vendetta), "que son capaces de transmitírsela a sus hijos, que conversan entre ellos, que tienen pensamientos privados" (el procedimiento de verificación de este último descubrimiento se mantiene, como es lógico, en riguroso secreto, para no ofender a algunos antropoides humanos cuyos momentos de abotargamiento en la sobremesa se disculpan a menudo con la hipótesis no contrastada de que se han quedado absortos en sus propios pensamientos), "imaginación, recuerdos temporales" (tendría más mérito si tuvieran recuerdos atemporales), "autoconciencia, empatía, capacidad de engañar, curiosidad, sentido del humor, sentido del tiempo, consciencia de la muerte y son capaces de mantener una amistad que dure toda la vida" (como todos recordarán si piensan en la mona Cheeta, lo cual, bien mirado, no sé si confirma o refuta su semejanza con la especie humana).
7. Espero que los lectores comprendan las razones por las cuales no me atrevo a salir de este website. Me caen muy bien los antropoides no humanos y las personas que se solidarizan con su sufrimiento innecesario, pero no estoy seguro de querer tener un encuentro con antropoides humanos capaces de tomarse en serio la "filosofía" que subyace a estos argumentos, incluso aunque sean miembros de pata negra de mi propia especie.
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