2006/11/19

> Berria: Adopzioa > PAREJA DE LESBIANAS: "ACOGEMOS A UN NIÑO POR SOLIDARIDAD, NO QUEREMOS SER SUS MADRES"

  • «Acogemos a un niño por solidaridad, no queremos ser sus madres»
  • Pareja de hecho con un menor en acogida temporal
  • La Nueva España, 2006-11-19

Quizá cuando eran más jóvenes tuvieron deseos de ser madres. Ya no. Juli Rubio y Rosa Diéguez, 43 y 44 años, viven con Manuel (nombre ficticio), un pequeño al que tienen acogido temporalmente -el período de tiempo máximo son dos años- desde que el bebé tenía un mes, la mitad de su vida, en la que ya se ha enfrentado con algunos problemas graves de salud, por lo que requiere «atención permanente». Son las «tatas». «En ese sentido tienen más problemas las parejas con hijos», afirman, «porque oyen a los otros niños llamarlos "papá" o "mamá" y lo repiten».

La pareja formada por estas dos gijonesas participa en uno de los programas de acogida de la Consejería de Vivienda y Bienestar Social «como una labor solidaria con la sociedad». Lo tienen muy claro: «Esta experiencia no sustituye a la maternidad. No es nuestro hijo ni queremos que sea nuestro hijo. No nos planteamos adoptar, pero, aunque nos lo planteásemos, no dejaríamos el programa».

Tan convencidas están, que Manuel es el segundo bebé que acogen: «Tuvimos otro niño desde que tenía cinco meses hasta que cumplió los 2 años y ahora vive con su familia de adopción», relata Juli, que recuerda que aquella despedida «fue muy dura», con muchos momentos de «llorar como locas a escondidas».

Ese momento, el de decirse adiós definitivamente, sigue siendo uno de los principales escollos para las parejas que todavía dudan sobre si acoger o no. Por eso la Consejería trabaja para que las familias lo vivan de la manera menos dolorosa posible. A ellas les dieron un álbum con las fotos de la familia que iba a adoptar al bebé. «Le explicábamos al niño que los que aparecían en las fotos eran su papá, su mamá, su hermanito...».

Hay gente que todavía no entiende que pese al dolor les compense: «Algunas personas nos dicen que, con todo lo que lloramos aquella vez, estamos locas. Los familiares, al principio, nos dicen que no lo quieren conocer porque luego se encariñan, pero, al final, están todos encantados». Juli, Manuel y Rosa son «seres que comparten un espacio, que se quieren y se respetan».

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