2006/11/29

> Erreportajea: Hiesa > UN SEROPOSITIVO RIOJANO QUE PADECE LA ENFERMEDAD DESDE HACE 20 AÑOS RELATA SU EXPERIENCIA

  • «Me siento inferior»
  • Un seropositivo riojano que padece la enfermedad desde hace 20 años relata su experiencia personal y social
  • Médicos Sin Fronteras (MSF) denunció ayer el alto precio de los nuevos fármacos para el sida en los países en vías de desarrollo y pidió un cambio de estrategia en organismos internacionales como el Banco Mundial y la OMS.
  • Diario La Rioja, 2006-11-29
Con motivo de la celebración el próximo día 1 del Día Mundial del Sida, la presidenta de MSF España, Paula Farias, afirmó en rueda de prensa que los Gobiernos y los organismos de ayuda internacional deben dejar de proteger las patentes de las farmacéuticas en los nuevos antirretrovirales. Apuntó también que las políticas internacionales de defensa de los intereses comerciales de las grandes compañías farmacéuticas permiten que no lleguen a los países pobres los nuevos fármacos, que son vitales para salvar la vida de las personas con virus resistentes a los antivirales tradicionales.

Farias agregó que, tras unos años de esperanza en los que parecía que los genéricos iban a llegar a todos los que lo necesitan, se ha constatado el fracaso de ONUSIDA de conseguir hacer realidad la estrategia 3 por 5, que suponía que se iban a poder alcanzar los tres millones de tratamientos en el año 2005. Según sus datos, la crisis del sida puede agravarse aún más en los próximos años porque hay ya el 18% de las personas en tratamiento que tiene virus resistentes a los fármacos en los países en desarrollo, donde no llegan medicamentos más avanzados.

En el mundo están contabilizadas 40 millones de personas infectadas con VIH, de las que seis millones que viven en países en vías de desarrollo necesitan tratamiento de forma urgente, aunque sólo cerca de un millón tienen acceso a ellos. Adrián es el nombre ficticio de un hombre de 48 años que vive en Logroño. Lo que es real, y mucho, es el sida que padece. Hasta hace algo más de una década, su enfermedad suponía para él algo secundario. Lo que gobernaba su día a día era la heroína. Adrián estuvo 'enganchado' durante 22 años y, mientras duró su adicción, todo lo demás no importaba. «Mi vida era la de cualquier toxicómano: conseguir dinero para la próxima dosis y dormir en la calle, en un albergue, a veces con pareja, otras veces solo...», resume.

Eran mediados de los años 80. El sida era algo de lo que hablaban entre sí algunos drogadictos o esa enfermedad rara que, según decían los periódicos, había matado a Rock Hudson. En aquella época y con esa perspectiva personal, descubrir que portaba el virus apenas alteró a Adrián. «Me hice la prueba porque compartía jeringuillas y sabía que estaba en el grupo de riesgo, pero no me encontraba muy mal físicamente».

Lo peor vino después, cuando pasados aproximadamente diez años la enfermedad empezó a hacerle mella en forma de delgadez acusada, neumonías, vahídos, catarros continuos y constantes visitas a Urgencias donde «me ponían un poco bien y luego volvía recaer». La medicación entonces estaba poco desarrollada y la constancia de Adrián era nula. El punto de inflexión en su vida no llegó hasta que abandonó las drogas. «Al desengancharme empecé a tener una vida más ordenada, a cuidarme, a tomar todas las pastillas todos los días - tres por la noche y una por la mañana- y hacerme los análisis trimestrales», explica mientras reconoce «la suerte» que tiene con una familia que jamás, ni en los momentos más duros, le ha abandonado.

Prejubilado y con una pareja estable con la que comparte tres hijos y dos nietos, Adrián protagoniza ahora una «vida normal» que, aún así, no le desquita de una sensación extraña cuando sale de su entorno más próximo. «No sé como explicarme: es como si te sintieras distinto, un poco inferior a los demás», dice.

Ahora su preocupación es su familia y lanzar un mensaje para que la preocupación ante el sida no decaiga. «Como antes era cosa de yonkis, parecía que nunca podía tocar a otros, pero los datos están ahí. Mucho cuidado».

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