2006/11/08

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  • Visconti, cien años
  • El Mundo, 2006-11-08 # Luis Antonio de Villena

Cuando murió, en la primavera de 1976 (sin haber llegado a cumplir 70 años), Luchino Visconti era considerado uno de los maestros del cine a nivel mundial y uno de los ya grandes directores europeos clásicos. Su última película, El inocente (basada en una novela de D'Annunzio), no fue la mejor de las suyas, pero al rodarla estaba ya enfermo e impedido.

Su carrera, sin embargo, del neorrealismo a un cine esteticista basado en grandes obras literarias, que plasma a la par la decadencia de un mundo que se acaba y la nostalgia por lo que ese mismo mundo tuvo de superior, dibuja a la perfección el contradictorio y fértil retrato de un aristócrata milanés, que se dijo compañero de los comunistas, pero que nunca dejó de amar las óperas suntuosas y el beau monde, sobre todo en su vertiente homoerótica.

Salió del armario sin alharacas, simplemente mostrándose, como se hacía entonces, y no escondió que sus películas cantan más a la belleza de los hombres jóvenes que a la de las mujeres. Recordemos los primeros planos de Alain Delon en Rocco y sus hermanos (1962), los muchos chicos que pueblan los sueños y la realidad de Ludwig (1972) y el icono gay que para algunos representa aún Muerte en Venecia (1971). Pero tampoco olvidemos la brava belleza acusadora de un casi documental -quizás el neorrealismo en estado puro- como La terra trema, rodado en 1948 con los pescadores de un pueblecito de Sicilia.

Este singular director, alguno de cuyos filmes (desde Rocco... a Senso o El gatopardo) figura en las antologías del mejor cine universal, habría cumplido 100 años el pasado día 2. Curiosamente, son escasísimos los medios de ámbito nacional -por lo demás, propensos a las efemérides- que hayan dicho algo. El centenario de Visconti ha pasado no de puntillas, sino en silencio. Ni siquiera el Festival de Cine Gay, que se está celebrando en Madrid, lo ha mencionado. ¿Olvidado Visconti, con la fama que tuvo? Evidentemente.

¿Y por qué entonces este olvido? Aunque se dijo de izquierdas, homosexual y anheloso de igualdad y justicia, Visconti soñó un mundo refinado y culto para todos. Los tiempos han ido exactamente por el lado opuesto. No civilización, cultura y elegancia, sino vulgaridad, ignorancia alarmante y zafiedad a manos llenas. La democracia ha empezado a igualar por abajo y no por arriba, y así -ésta es la triste, mediocre realidad actual- podemos decir con orgullo que todos tenemos derecho a lo peor, ya que lo mejor sigue estando reservado a élites más minoritarias cada día.

En una palabra, el pobre Visconti ha fracasado. Y es probable que las turbulencias entre belleza y muerte que desasosiegan al escritor Von Aschenbach en la novelita de Mann (compositor en la película de Visconti) parezcan a muchos paparruchas retorcidas. Mientras, cualquiera que produzca basura a gusto del consumidor se llena la andorga. Es natural que Visconti no suene. Si puedo decirlo con cierto áspero desdén, la mayoría actual o no está preparada o no lo merece. ¿Y no vendrá a ser lo mismo? Una lástima.

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