- El arzobispo Milingo escandaliza al Vaticano de nuevo al reivindicar el matrimonio para los curas
- El religioso africano ya rozó la excomunión en 2001 tras casarse con una coreana integrante de la secta Moon
- El País, arg. digitala, 2006-07-13 # Reuters, Nueva York
El arzobispo católico Emmanuel Milingo sacudió las bases de su iglesia en 2001 al casarse en un hotel de Nueva York con una coreana dedicada a la acupuntura e integrante de la secta Moon. Tras unos meses en rebeldía, Milingo abandonó a su esposa y volvió al Vaticano pidiendo perdón. Sus disculpas fueron admitidas y pudo volver a oficiar misas. Quizá ahora la Santa Sede se arrepienta: Milingo ha vuelto a causar estupor convirtiéndose en un abanderado del matrimonio para los curas.
La historia promete: Milingo llevaba cuatro años viviendo semirecluido en un convento al sur de Roma. El mes pasado desapareció. Y esta semana ha vuelto a emerger de la nada para convocar una rueda de prensa por sorpresa, anunciando su nueva misión: persuadir al Vaticano de que permita a los curas casarse.Una fuente de la Santa Sede ha señalado que allí las declaraciones de Milingo han causado “estupor”. De hecho, ya están preparando su respuesta al arzobispo africano, al que podrían incluso excomulgar. Por ahora, el único comunicado oficial indica que el Vaticano sigue “a la espera de información más precisa” sobre el viaje de Milingo a Estados Unidos. Pero avanza sus intenciones: “Si las declaraciones que se le atribuyen sobre el celibato sacerdotal son ciertas, no tendríamos otro remedio que deplorarlas porque la disciplina de la iglesia en esta materia es bien conocida”.
En 2001, el entonces arzobispo de Lusaka (Zambia) también desapareció una temporada y emergió de nuevo de la nada en Nueva York, en aquella ocasión para casarse con Maria Sung, de 43 años. No tardó sin embargo en volver a Italia pidiendo perdón. Ella, por su parte, inició una huelga de hambre; concedió entonces entrevistas a la prensa desde su cama de un hotel neoyorquino para denunciar que el Vaticano había secuestrado a su marido.
La Santa Sede empleó sus armas más sutiles: no reconoció el matrimonio, y amenazó a Milingo con excomulgarle. Sin embargo, el anterior Papa, Juan Pablo II, le perdonó y ordenó que le devolvieran al redil de los justos. Milingo abandonó a su mujer y se recluyó un año en Suramérica para rehabilitarse ante los ojos de Dios antes de mudarse a un convento cerca de Roma. Las fuentes vaticanas consultadas por la agencia británica Reuters adelantan que probablemente el nuevo papa, Benedicto XVI, no será tan magnánimo.
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