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• El heterosexismo
• Diario de Jerez, 2006-07-05 # Francisco Bejarano

Me lo estaba viendo venir: la presidenta de las sexualidades minoritarias de España, muy insegura de la suya por lo que se ve, cree que hay que luchar contra el heterosexismo, porque al ser los heterosexuales mayoría aplastante corren el riesgo de creerse superiores. Con los neologismos nos hacemos un lío al principio, pero con buena voluntad todo se entiende. Homofobia sería aversión a la homosexualidad. De las fobias mejor es no hablar porque cada uno tenemos las nuestras y las sobrellevanos como podemos. Habría que intervenir cuando se perseguiera o agrediera a los homosexuales, pero no por serlos, sino porque en una sociedad civilizada no se debe perseguir ni violentar a nadie decente. Ahora bien, los homosexuales organizados pueden perseguir y delatar a los homófobos impunemente, para eso son homófobos. El heterosexismo sería defender como superior y mejor tendencia sexual, incluso más cómoda para la convivencia social, la heterosexualidad. Por ejemplo, no se podría instituir el Día del Orgullo Heterosexual porque sería heterosexismo.

El enredo de las palabras va siempre acompañado de oscuridad mental, que no es sino el embrollo de no saber manejar conceptos. Las cuestiones sexuales, que deberían pertenecer a la vida íntima de cada uno y no a la vociferación callejera, nos tiene suspensos sin saber cuando estamos usando el sentido común y cuando nos hemos saltado las bardas de la delincuencia. Las tiranías fueron siempre minoritarias y las dictaduras de los débiles pueden ser más asfixiantes que la de los fuertes, pues los fuertes suelen ser más generosos y no tienen el resentimiento, el rencor y la malicia de los débiles. En una sociedad normalizada y liberal, la homosexualidad no tiene por qué ser un problema para nadie, sino una circunstancia personal que se puede vivir dignamente.

En España se ha cometido la sinrazón de otorgar un conservador "matrimonio" para uniones entre personas del mismo sexo, saltándose el propio concepto antiguo de matrimonio. Las palabras ya no sirven para entendernos y habrá que inventar expresiones nuevas: matrimonio-matrimonio y otras formas de matrimoniar. Conseguido esto, con el rechazo silencioso de la sociedad y como delirio de la razón humana, toca ahora el fanatismo y la intransigencia, consecuencia de la inseguridad y los complejos causados por las contradicciones. Estamos viviendo la historia del pasado reciente igual pero al revés: la democracia moderna es la dictadura de las minorías y de los débiles, la del lenguaje implicado que dice "tolerancia cero" para evitar decir intolerancia y "discriminación positiva" para no traslucir la idea aberrante de la discriminación. La veda del heterosexual sospechoso queda abierta con la creación del "heterosexismo". Lo que se pretende en verdad es que a las fiestas de lo estúpidamente llamado gay acuda gente de todas las sexualidades legales y de orden, para no delatar que lo gay es una minoría insignificante aun dentro de la homosexualidad.