- Reportaje: Velos y cruces en el Reino Unido
- Crece el recelo entre cristianos y musulmanes británicos a causa de los símbolos religiosos
- El País, 2006-10-17 # Walter Oppenheimer, Londres
Los problemas del velo y la cruz son casos extremos, pero ilustran bien el creciente conflicto religioso de un Estado sobre todo desde los atentados del 7 de julio, que, a diferencia de Francia, no es precisamente laico. La reina sigue siendo la Defensora de la Fe protestante y Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra, aunque en la práctica delega su autoridad en el arzobispo de Canterbury. Y éste es elegido por el primer ministro entre una terna de candidatos que le presenta la propia Iglesia. Las iglesias, tanto la minoritaria católica como la mayoritaria protestante, siguen teniendo una gran influencia en la educación y en la vida cotidiana. El conflicto de Irlanda del Norte, aunque provocado sobre todo por razones de equidad social, enfrentó a católicos y protestantes y hasta hace muy pocos días el líder unionista Ian Paisley, se negaba a reunirse con la jerarquía eclesiástica católica.
Como en el Ulster, los conflictos religiosos de estos días están más teñidos de política y de reivindicación social que de liturgia o teología. Aishah Azmi, la maestra de 24 años que defiende su derecho a dar clase tapándose la cara con el velo, no hace más que reclamar el derecho a llevar su vestimenta religiosa, pero las circunstancias de su caso tienen más de reivindicación política que religiosa. Nadie le impide llevar el velo por la calle o incluso en los pasillos de la escuela y ella misma ha parecido admitir que si los niños se lo piden, se lo quitaría también ante ellos. Azmi es profesora de inglés en una escuela en que muy pocos alumnos tienen el inglés como lengua materna. Algunos niños se han quejado de que no la entienden y la escuela argumenta para suspenderla en sus funciones que no utilizó el velo cuando se sometió a la entrevista de rigor cuando llegó buscando empleo. De alguna manera, la escuela se siente engañada.
Nadia Ewedia también siente necesidad de proclamar su religión. En este caso lo hace luciendo una pequeña cruz colgando de una cadenita en el cuello por encima del uniforme de trabajo de British Airways y la compañía le exige que no la muestre al público en un momento en que la religión es un tema conflictivo en el país. La empleada se niega a ocultar la cruz argumentando que es la única forma que tiene de proclamar su catolicismo y algunos grupos cristianos han pedido a sus seguidores que le hagan el boicoteo a British Airways si no levanta la suspensión de empleo y sueldo.
Mientras los ciudadanos buscan convertirse en estandartes de su religión, los políticos llaman a todo lo contrario. El ministro de Educación, Alan Jonson, planea obligar a las escuelas religiosas a admitir a un 25% de alumnos de otras confesiones. Es algo a lo que ya se ha comprometido la Iglesia de Inglaterra, pero que saca de quicio a la Iglesia Católica, siempre celosa de mantener el estatus en materia escolar. Por ejemplo, los católicos son los que más se oponen al fomento de las escuelas mixtas en Irlanda del Norte.
El guirigay religioso también llega a las universidades. Según el diario The Guardian, el Gobierno piensa pedir a las universidades que colaboren en la persecución de los elementos musulmanes extremistas.
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