- Pedro Bengoechea Garín · Profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo
- «En la Unión Europea se está rompiendo un matrimonio cada 33 segundos»
- «¿Divorcio express? Es imposible, también desde el punto de vista psicológico, racionalizar una situación así tomando una decisión sobre la marcha»
- La Nueva España, 2006-07-18 # P. A., Oviedo
-Bodas de plata de la ley del divorcio en España. ¿Conclusiones?
-La principal conclusión es que el divorcio es un asunto de una relevancia máxima. No hay que olvidar que en los últimos 15 años, entre 1990 y 2004, se han roto más de diez millones de matrimonios en los países de la Unión Europea. Eso significa que 16 millones de niños y adolescentes se han visto perjudicados por acontecimientos de este tipo.
-¿Cómo evoluciona el ritmo de divorcios?
-Sólo en 2004, en los 15 países de la UE, se registraron 955.600 rupturas matrimoniales, lo que arroja un promedio de un divorcio cada 33 segundos. En tres lustros las rupturas se han incrementado en un 50 por ciento. Los mayores aumentos de divorcios se produjeron en Portugal, Italia y España. En nuestro país los divorcios crecieron un 59 por ciento entre 1990 y 2004, y hablo sólo de divorcios, no incluyo las separaciones.
-Desde el punto de vista sociológico, y con estadísticas en mano, da la impresión de que los fracasos matrimoniales pueden llegar a ser considerados un acontecimiento más en la vida de una persona.
-Es importante subrayar que, pese a la alta frecuencia con la que se producen, las rupturas matrimoniales no pueden ser consideradas un asunto banal, como si se tratara de un fracaso más en la vida. El divorcio desencadena un proceso psicológico muy potente, con unas implicaciones muy profundas en la vida de los individuos. Es un asunto muy serio con unas consecuencias muy serias, particularmente cuando hay hijos por medio, y sobre todo si son pequeños.
-¿Tiene datos?
-Hay muchos estudios, y algunos son muy concluyentes. Por ejemplo, el que ha elaborado Judith Wallerstein, profesora de la Universidad de California, en Berkeley. Está publicado en el libro «Ley y divorcio». Indica que el 25 por ciento de los hijos de divorciados no concluye los estudios elementales, frente al 10 por ciento de los adolescentes que no han sufrido un episodio así. También señala que el 60 por ciento ha requerido asistencia psicológica, un porcentaje que duplica el de los hijos de familias integradas. La mitad de los encuestados había tenido problemas de alcohol y drogas antes de los 15 años.
-¿El divorcio de los padres influye en la actitud de los hijos ante el matrimonio?
-El estudio de Wallerstein observó que había un porcentaje muy alto que no se había casado, pese a tener más de 30 años. Y la mitad de los que se habían casado luego se habían divorciado. Naturalmente, las estadísticas no juzgan ni prejuzgan las conductas individuales, pero están ahí.
-¿Se da suficiente importancia al panorama de la familia en Occidente?
-Me temo que no. Pienso que los datos que acabo de citar certifican lo que he dicho: que no estamos ante un asunto banal. Hay otro informe, realizado por Patricia Casey, del University College de Dublín, que desvela que los hijos de padres divorciados son más proclives a sufrir depresiones, a tener problemas en la escuela y a desarrollar menos habilidades sociales.
-El panorama que dibuja puede parecer apocalíptico.
-No sé si ése es el calificativo más adecuado, pero las cosas son como son. Yo basé mi tesis doctoral en una investigación sobre este tipo de fenómenos. Y constaté que el divorcio interrumpe el proceso de desarrollo del ciclo vital de una familia y genera una serie de cambios que lanzan a los miembros de esa familia a una situación de caos y desequilibrio.
-Que dura ¿cuánto tiempo?
-Lo peor ocurre los tres primeros años. Luego se inicia una cierta normalización.
-¿Cuáles son los motivos que más frecuentemente se aducen para solicitar la separación?
-Muchos y muy variados: cuestiones socioeconómicas, edad de inicio de la relación, embarazo previo al matrimonio, situaciones de paro. Pero son muy frecuentes la falta de comprensión y comunicación en la pareja y las acusaciones mutuas de desatención y desafecto. A esto hay que añadir los constantes desacuerdos y conflictos en la relación.
-¿Cómo lo viven los hijos?
-La salida o entrada de uno de los padres trastoca las relaciones existentes y eso influye mucho en el desarrollo cognitivo, afectivo y emocional del niño. Todo esto es variable en función de la edad de los hijos. La repercusión es mayor en los hijos pequeños cuando la que se ausenta del hogar es la madre. En ocasiones, los pequeños viven la angustia de la separación con un sentimiento de autoinculpación. En esta línea, considero muy importante que las personas que se ven envueltas en estas situaciones cuenten con la comprensión y la ayuda de todos.
-¿Qué supone la ruptura para los miembros de la pareja?
-Por un lado, puede haber un sentimiento de alivio y de liberación. Por otro, hay sentimientos que comportan dificultades en el ámbito personal, social y económico. En todo caso, la variedad de situaciones es muy grande. Un estudio de Grych y Fincham realizado en 1990 planteaba un amplio espectro de consecuencias en relación a factores como la intensidad, el contenido, la duración y la resolución del conflicto. Ya digo que estamos hablando de asuntos muy relevantes que deberían ser estudiados y actualizados más a fondo.
-¿Qué opinión le merece la ley del «divorcio express»?
-Divorciarse es una decisión muy seria, de consecuencias muy serias, y no sólo para el que la toma. Una cuestión de esta envergadura no puede solventarse en un par de días. Esta ley permite que eso que vulgarmente se llama un «calentón» se convierta en motivo de ruptura. Es absolutamente imposible, también desde el punto de vista psicológico, racionalizar una situación así tomando una decisión sobre la marcha. Tengo la impresión de que el «divorcio express» incide en ese proceso de banalización del que estoy hablando.
-¿Qué opina de los matrimonios homosexuales y de la posibilidad de que adopten niños?
-Cualquier manifestación de afecto me parece respetable, por supuesto. Pero considero que las uniones homosexuales no son el camino adecuado para la realización y el desarrollo de la familia. El matrimonio homosexual me parece contrario al sentido común y a la razón.
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