- Rouco suple a Rajoy en la reprimenda a Gallardón
- El PP tiene perdida la batalla de los matrimonios homosexuales
- El Plural, 2006-07-29 # Enric Sopena
Rouco le ha leído la cartilla a Gallardón. ¿Pero cómo se le ocurre al díscolo alcalde de Madrid oficiar el matrimonio entre Javier Gómez, principal dirigente del grupo de gays y lesbianas dentro del PP, y Manuel Ródenas, responsable del programa de asesoramiento de gays, lesbianas y transexuales de la Comunidad de Madrid? El cardenal de la Archidiócesis madrileña le ha recordado públicamente a Gallardón la doctrina de la Iglesia católica al respecto. No debe haber más matrimonio que el tradicional: el de un hombre y una mujer.
¿Y qué hacemos con los homosexuales católicos, monseñor, como son, por ejemplo, Gómez y Ródenas? La Iglesia católica los condena directamente al celibato, si quieren estar en gracia de Dios, según la terminología adecuada. Porque adviértase que, en rigor, no tienen otra salida. Incluso casándose de acuerdo con la legislación vigente -aprobada por Zapatero con el respaldo de todos los demás partidos, excepción hecha del PP-, los homosexuales católicos viven en pecado. El matrimonio de carácter únicamente civil –aunque los contrayentes sean un hombre y una mujer- no es válido para la ortodoxia católica.¡Menudo pollo organizó el PP!
Rouco, en todo caso, ha suplido a Rajoy a la hora de reprender al hereje Gallardón. Ciertamente son, Rouco y Rajoy, intercambiables. ¿Qué opina, por cierto, Rajoy? Gallardón ya es el segundo alto dirigente de la derecha que incumple no sólo la doctrina católica, sino la doctrina de su propio partido. ¡Menudo pollo organizó el PP, hace poco más de un año, en contra de la ley Zapatero! El coro de clérigos con mando en plaza y de importantes jefes del PP -todos ellos secundados con el habitual entusiasmo por la prensa amiga- arremetió contra el PSOE y sus aliados por (no satisfechos con su obstinación de romper España) legalizar además la ruptura de la familia. Juntos, relevantes prelados e ilustres políticos conservadores, encabezaban el cortejo callejero anti ZP.
El precedente Feijoo
Recurrió Rajoy la ley ante el Constitucional, pero la semilla del mal empezó a hacer estragos de inmediato en el interior del convento genovés. Núñez Feijoo, el sustituto en Galicia de Fraga, no tuvo ningún reparo en asistir a la boda gay de un concejal de su partido en Ourense, con luz, taquígrafos y cámaras. Fue el precedente. Acudieron las fuerzas vivas populares de Ourense y aquello fue la primera advertencia de una monumental obviedad: es más estúpido que reaccionario ponerle puertas al campo. La homosexualidad es trasversal: hay homosexuales en la izquierda, otros son de centro, aquellos son formalmente apartidistas y también los hay en la derecha. Haberlos haylos, naturalmente. ¡Y, ahora, nada más ni nada menos, va Gallardón y casa a dos correligionarios!
Los obispos, menos riesgos
El PP tiene esta batalla perdida. Ya pueden los neocon cantar misa o poner el grito en el cielo. También la Iglesia, a pesar de los polainos, la tiene perdida, la batalla de la homosexualidad, aunque lo pueda ir disimulando más, porque en esta organización, en teoría espiritual y religiosa, que pontifica sobre todo –incluyendo el ámbito del César, o sea el de las leyes civiles-, curiosamente la democracia interna no se ha practicado nunca. Los obispos no corren riesgo. Los jerarcas católicos no conocen en carne propia el veredicto de las urnas.
Normalidad democrática
Conocí a Javier Gómez hace unas semanas en el programa de TVE 59´. Quedé gratamente impresionado tras oírle defender sus posiciones con templanza y coherencia. Discrepó sin ambages de los planteamientos del PP y reconoció que él creía que era mejor luchar desde dentro de su partido para cambiarlo que abandonarlo. Gómez pertenece a la derecha que este país necesita: dialogante, flexible y en absoluto cavernaria. Charlamos luego unos minutos, una vez acabado el debate. Hoy te felicito, Javier, desde elplural.com. Como felicito también a Manuel. ¡Enhorabuena a los novios! Y, por supuesto, felicito a Gallardón por su gesto de contribuir a la normalidad democrática.
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