2006/06/28

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  • «Ya se me pasó el sueño de la boda por la Iglesia»
  • El Diario Vasco, 2006-06-28 # I. Ibáñez, DV, San Sebastián

Gemma tiene 35 años y hasta hace nueve era heterosexual. El motivo de tal cambio fue una mujer que aquí llamaremos María. Antes de eso, como muchas otras jóvenes católicas, soñó con casarse algún día con un buen chico. Y, a poder ser, por la Iglesia. «Sí, pensaba que sería así, pero ya se me ha pasado esa ilusión. No aceptan mi estructura familiar. Si eres madre, sabes que todo aquél que va en contra de tus hijos y de tu modelo familiar te está agrediendo. Pero tampoco me siento frustrada».

Un clavo saca otro clavo, así que a falta de una boda, celebró otra. Fue el pasado 10 de febrero en la Junta Municipal de Madrid. La ofició Pedro Zerolo, el secretario de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG del PSOE. «Después de creer que nunca podríamos casarnos, llegó la ley y no podíamos con tanta alegría. Ya habíamos celebrado la formalización como pareja de hecho en 2001, pero ese mismo día acordamos que nos casaríamos».

Para la ocasión, eligió un vestido claro, vaporoso, y se puso una flor blanca en el pelo. Allí estaban 40 personas, amigos y familiares, y entre ellas, dos niñas: Andrea, de 3 años, y Carla, de 18 meses. La primera es hija de Gemma. En sus nueve años de relación, ella y la que ahora es su esposa habían tenido tiempo suficiente de debatir sobre la posibilidad de tener hijos, y las dos estaban de acuerdo y muy seguras. «Me sometí a una inseminación artificial y nació Andrea. Más tarde, María hizo lo mismo, y así llegó Carla. Ahora hemos iniciado los trámites para adoptar a nuestras respectivas hijas».
  • Mami y mamá
Nunca habían tenido trato con otros padres homosexuales, así que tenían alguna duda acerca de cómo los hijos aceptan a dos padres del mismo sexo y también sobre si la sociedad aprobaría su modo de vida. El informe de la Universidad de Sevilla titulado 'El desarrollo infantil y adolescente en familias homoparentales', que concluye que no existen diferencias significativas entre estas parejas y las heterosexuales con respecto a la crianza de los niños, acabó por convencerlas. «Sí, estuvimos en la presentación de aquel estudio, porque yo soy psicóloga, y eso fue lo que nos lanzó».

Las niñas son aún pequeñas para darse cuenta de nada de esto -la mayor pasa ahora de la guardería a la escuela-, pero sus madres no han notado, de momento, ningún problema: «Al contrario, en el colegio nos dicen que están encantados de tener diversidad de familias, y con el resto de padres, lo único que se puede dar en un principio es extrañeza, pero en cuanto nos conocen olvidan sus prejuicios».

A pesar de todo, Gemma, mami, y María, mamá, pertenecen a la nueva Asociación de Gays y Lesbianas con Hijos, Galehi, que acaba de nacer con el objetivo de ofrecer apoyo a las familias homoparentales y luchar contra todo tipo de discriminación. Su nueva situación, gracias a la ley, ha traído a su vida «tranquilidad. De cara a la sociedad, parece que el hecho de estar casadas nos da más peso como familia. Ahora me siento más reconocida y más feliz».

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